¿A qué vino a Monterrey el inminente titular de la UIF, Omar Reyes Colmenares?
“Si me puso López Obrador, que me quite López Obrador”, decía Gómez en un desplante que, a su peculiar manera, pretendía aludir a un poder transexenal.
Ya se ve que no fue el caso.
Pablo Gómez inició esta semana con el pie izquierdo, designado para un cargo etéreo — encabezará la Comisión de Reforma Electoral, bajo decreto presidencial pero sin agenda puntual ni aliados claros entre los puros y los pragmáticos — .
Y dejando una estela de carpetas de investigación pendientes, judicialización de la política y resultados que se redujeron míseramente a la vendetta política y a la omisión acaso deliberada de controversias comprometedores para el lopezobradorismo como Segalmex.
Gómez llega así a lo que el Principio de Peter define como “nivel de incompetencia” encabezando una comisión que al decir de Ricardo Monreal, abre “rupturas insalvables” al interior de Morena o provoca “golpeteos irresponsables” intramuros en el Movimiento, al décimo mes del mandato de Sheinbaum, según el senador Gerardo Fernández Noroña.
¿Será?
Cubre la vacante de la UIF Omar Reyes Colmenares, experto desde hace 25 años en servicios de inteligencia y hasta ayer titular de Prevención y Reinserción Social de la SSPC.
Gente de todas las confianzas de García Harfuch desde que se conocieron en la extinta Agencia Federal de Investigaciones, hoy AIC, lo que habla de una coordinación gubernamental contra el crimen organizado, lavado de dinero — incluyendo el reciente manejo de criptoactivos — y venta ilegal de armamento, ya reconocido en su cuenta de X por el propio embajador de EUA en México, Ron Johnson.
La designación de Reyes Colmenares aún debe ser avalada por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.
Sin embargo, este procedimiento protocolario cobrará celeridad, en razón de las señales de alarma que se encendieron ayer, tras el atentado que privó de la vida al delegado de la Fiscalía General de la República en Tamaulipas, Ernesto Cuitláhuac Vázquez, atacado con granadas en Reynosa, en el Bulevar Hidalgo, poniendo en jaque la paz pública de la que hasta hace un par de días se ufanaba el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal: “somos el estado más seguro del país”.
Nuevo León se ha convertido en laboratorio de protección ciudadana, bajando todos los índices delictivos en tiempo récord, lo que nos ha convertido en caso de reconocimiento por el propio Ron Johnson ante empresarios regiomontanos en la cena de bienvenida de la American Society of Mexico, del pasado 12 de julio.
Sin embargo, la pata faltante de esa estrategia era precisamente la Unidad de Inteligencia Financiera.
Alejada de Hacienda y sin conexión directa con el equipo de García Harfuch, la UIF navegaba a la deriva en un mar de impunidad que cada vez era más evidente.
Y nada habla mejor de la relevancia que adquiere Nuevo León en los planes inmediatos de Reyes Colmenares que su reciente visita, sin móvil oficial y con carácter confidencial, a tierras regiomontanas.
¿A qué vino Reyes Colmenares? Se dice que siguiendo la ruta del dinero, su arribo tiene relación con el caso Vector, y con su fundador, Alfonso Romo, ex jefe de la Oficina de la Presidencia con AMLO.
Como se recordará, Vector fue investigada por supuesto lavado de dinero del narcotráfico, junto con CI Banco e Intercam por el Departamento del Tesoro de EUA a través del FinCEN.
Y hace apenas unos días, Vector tuvo que deshacer negociaciones con IPG, del empresario Adolfo González-Rubio Beckmann, pese a que ya se había firmado una carta de intención para adquirir los activos de Vector Global WMG.
¿La urgencia de vender? Que a partir del próximo 4 de septiembre, Vector estará imposibilitada para operar en el sistema financiero norteamericano.