Romper las cadenas
En cualquiera de sus campus (Rectoría, Mederos, Medicina) es común ver a la Guardia Civil, Fuerza Regia o incluso la vialidad municipal patrullando, con la complacencia de las autoridades escolares.
Se olvidaron de 1968 y 1971, la memoria de lucha estudiantil fue cambiada por la pantalla azul de la distracción.
Los consejos estudiantiles dejaron de ser voz crítica: hoy son agencias de relaciones públicas, atadas a la conveniencia, a la chamba segura, al acomodo con docentes y directivos.
En Derecho se planchan acuerdos para heredar cargos; en Comunicación, un porro del PRI ocupa la dirección; en Filosofía y Letras, la rebeldía se evapora entre humo y apatía.
Mientras tanto, la UNAM jamás permitiría el ingreso de policías en sus instalaciones; la UdeG va primero a huelga antes de franquear el paso a fuerzas represivas.
¿Cómo se doblaron tan rápido las manos en la UANL?
El estudiantado de Nuevo León parece más interesado en bailes de inicio de semestre, en los Tigres o en cortesías de los directivos, que en defender la autonomía universitaria.
El rector brinda, como Dionisio, entre viñedos y festividades, mientras la comunidad académica calla.
¿Hasta cuándo?
Romper las cadenas exige memoria, dignidad y valor.