Saturno devora a sus hijos
Les platico: cuenta la mitología griega que Saturno, el Dios del Tiempo, devoró a sus hijos para impedir que éstos le destronaran.
Goya inmortalizó tal leyenda en uno de los cuadros que pintó en su llamada "serie negra".
De hecho, la aterradora escena fue plasmada primero en una pared y de ahí pasó al lienzo, para seguir asombrando hoy en día a los visitantes del Museo Del Prado, en Madrid, que por cierto, en lo que va de este segundo año de la pandemia registra un desplome del 70% en el número de visitantes.
Vaya, no fue motivo para evitar tal estampida ni siquiera la estrategia que se le ocurrió a Miguel Falomir, director del Museo, de mostrar en la exposición "Reencuentro", por primera vez juntos los cuadros de Goya y Rubens con la misma temática, Saturno devorando a sus hijos.
Pero esa es otra historia.
Hoy les quiero platicar una analogía que se me ocurrió al respecto de este tema, al fin y al cabo vivimos en el país de las ocurrencias... ¡Arre!
Alguien que se siente Dios del tiempo, por su prédica diaria contra todo aquél que le critica y que por ende merece el calificativo presidencial de “enemigo”, “conservador”, “neoliberal”, “fifí” y otros epítetos, encarna en su imagen y ropas a la mismita deidad de la mitología griega.
Sus "hijos" han pretendido desde el primer día de su mandato, escalar los peldaños de la popularidad para hacerse merecedores a la posibilidad de sucederle en el trono.
¿Quiénes son los devorados por su padre?
El que le llama “compañero presidente”, Gerardo Fernández Noroña, y que peleándose e insultando a quienes lo confrontan, cree que así podrá convertirse en candidato a la presidencia en el 2024.
El que emergió de las minas de Zacatecas para erguirse y erigirse como opción de los izquierdistas moderados, Ricardo Monreal.
El que, tras ser rescatado del exilio parisino, por su jefe, creyó que tal hecho era con el motivo de convertirlo en su delfín, Marcelo Ebrard.
El que recibió los beneficios de otro exilio -esta vez, canadiense- para ser investido por la gracia presidencial en senador plurinominal por Morena, siendo que su cepa sigue siendo del más rancio tufo priyista y del más nefasto sindicalismo del mundo, Napoleón Gómez Urrutia.
La que fue impuesta como gobernadora de la CDMX como cuota de género para evitar el enojo de las bravas féminas que confunden la equidad de los sexos con la beligerancia vandálica de los colectivos feministas, Claudia Sheinbaum.
La egresada de Letras Inglesas por el ITESM (Tatiana Clouthier) que como premio de consolación a sus frustradas y alucinadas expectativas de abanderar a Morena en busca de la gubernatura de NL, recibió la cartera de Economía para suplir a otra (Graciela Márquez) que ni después de haberle explicado durante 30 minutos que el apoyo a los empresarios en pandemia es una obligación del gobierno, aceptó tal encomienda. Armando, pondero tu paciencia tras semejante muestra de estoicidad al ponerte a disertar con semejante “ejemplo” de tozudez burocrática.
Mario Delgado, el que como titular de las finanzas del gobierno de la CDMX, es responsable indirecto de la tragedia de la Línea 12 del Metro por haber autorizado la compra de equipos de 5ª y de una mano de obra de 4ª, y que al recibir en bandeja la presidencia nacional de Morena, cree que ese es el paso anterior a su ungimiento como candidato del partidazo a la presidencia en el 2024.
El que desde su “oscuro” puesto en la Consejería Jurídica de la Presidencia sigue alimentando la quimera de dejar su “low key profile” para que en medio del mar revuelto en que naufragan los arriba citados, sea quien contienda por la grande dentro de dos años: Julio Scherer Ibarra.
Por muy variopintas razones, todos ellos, como hijos de Saturno, están siendo devorados por el dios del tiempo.
Y si lo dudan, díganme, ¿cuál de estos personajes se libra en estos momentos del escarnio público y quién se imaginan ustedes que está detrás de todo eso?
CAJÓN DE SASTRE
“Muy mitológica y cierta tu analogía. Espero que la lean y tomen en cuenta sus actores, para ver si son capaces de salirse de las fauces de su padre -unos- o de regurgitarlos el que los devora ahora a tarascadas, el otro”, dice la irreverente de mi Gaby.