¿En qué momento se jodió México?

Ernesto Pompeyo Cerda Serna DETONA® Al analizar los hechos de violencia que se dan en el país, ocurrió, entre otros sucesos de violencia, el acontecido el sábado 1.º de noviembre, en el Festival de las Velas.
https://vimeo.com/1091444957
El asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, homicidio que nos hizo recordar las palabras de Jesús Reyes Heroles, que señalaba:

“Pensemos precavida y precautoriamente que el ‘México bronco’, violento, mal llamado bárbaro, no está en el sepulcro; únicamente duerme”.

Pensamos en el Instituto Ciudadano de Estudios Estratégicos, en que se están dando las condiciones para resucitar el México bronco.

Ante esta realidad de violencia que se vive en el país, decidimos empezar con una serie de visiones y revisiones del México de hoy, y lo haremos atendiendo tres componentes:

a) estudiar el pasado,

b) ver la realidad sin velos ni lentes oscuros —la realidad de la seguridad y justicia de México—, así como

c) analizarla tanto desde la economía, seguridad política y comportamientos sociales, así como otros componentes y sus implicaciones, que son múltiples, en el futuro de nuestro país.

«Estudia el pasado si quieres definir el futuro». —Confucio.

El pasado:

Estamos viviendo el eterno retorno al país que describió el historiador Paul Vanderwood.

Señalaba en Bandidos, policías y desarrollo mexicano, donde afirma que desde el inicio de las guerras de independencia se desató “una epidemia de bandidaje que cubrió prácticamente todo el siglo”.

Y agregaba que los gobernantes y los propietarios habían llegado a la conclusión de que, para que la vida y los negocios volvieran a la normalidad, era necesario pactar con los criminales.

Entonces se desataron las “fuerzas caóticas” que habían permanecido ocultas, las cuales sumergieron al país en un desorden que fue debilitando el principio de la obediencia y disolviendo los lazos de solidaridad y los pactos coloniales, que, entre otras causales, sentaron las bases de la independencia de España.

Otros historiadores indican que, en el periodo que se conoce como la República Restaurada (1867-1876), los bandidos se adueñaron del país; la consecuencia fueron los robos, a los que se agregaron otros delitos como raptos, secuestros, incendios y asesinatos perpetrados cada vez con mayor violencia.

En esos años, los periódicos de esa época describían que, a principios de 1875, los bandoleros se encontraban por todas partes, a grado tal que no se podía dar un paso sin exponerse a ser asaltado.

"...si queremos comprender el fenómeno de la violencia actual ligada al crimen organizado, es necesario reparar más en sus raíces y en los ciclos de violencia que ha vivido el país en el pasado". —Sergio Aguayo.

...si queremos comprender el fenómeno de la violencia actual ligada al crimen organizado, es necesario reparar más en sus raíces y en los ciclos de violencia que ha vivido el país en el pasado.

Orden y desorden convivieron simultáneamente en el gobierno de Porfirio Díaz.

Este gobierno, como los anteriores, no logró mantener el equilibrio; prevalecía la violencia, dándose la coexistencia de ambas fuerzas.

Al igual que en el siglo anterior, las condiciones sociales adversas a la mayoría de la población agravaron las condiciones de vida, que se reflejaron en la descomposición del tejido social, la destrucción paulatina del orden y dieron lugar al movimiento revolucionario de 1910 y la construcción del nuevo régimen, donde, sin duda, prevalece la debilidad estructural del Estado para tener no solo presencia, sino garantizar la vida y bienes de la población en todo el territorio.

Orden y desorden conviven simultáneamente sin que los gobiernos, desde el inicio de ese siglo XX, consiguieran mantener la seguridad de personas y bienes.

La realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece.
La realidad:

“En nuestro siglo XXI es una época de complicidades en la que están involucradas las autoridades, empresarios, comerciantes, con los integrantes de la delincuencia de todo tipo.”

Lo que presenciamos y padecemos en este siglo XXI es la coexistencia cómplice de ambas fuerzas y la pérdida del equilibrio a favor de la criminalidad de todo tipo, que se manifiesta en el desmoronamiento del tejido social, la destrucción paulatina de la seguridad y justicia del viejo orden, sin la construcción del nuevo, que desnuda la debilidad estructural del Estado para cumplir con lo que mandata la Constitución con relación a los derechos humanos, y que se concreta con su insuficiente presencia y monopolio de la fuerza del Estado en todo el territorio, para proporcionar seguridad, justicia y respeto al estado de derecho.

A balazos nunca han podido matar a una idea.
Visión política:

México es un país que ama a los mártires, los sacrificios heroicos.

Tenemos una especial debilidad por el sufrimiento de aquellos a los que consideramos como caídos en desgracia.

Para los mexicanos, los mártires son la personificación de la bondad y del infortunio, sin que importen demasiado los errores y los vicios del pasado del mártir.

Pensamos en estos fenómenos como útiles y beneficiosos, y admiramos a los mártires como, al menos, “osados, temerarios”.

Sin duda alguna, se capitalizan los asesinatos, ya que estos se suelen aprovechar por las diferentes corrientes políticas para su beneficio.

Hay muchos ejemplos: recordamos los 43 de Ayotzinapa. Creer lo contrario sería, por lo menos, ingenuo y candoroso; los que buscan “el poder” se aprovechan, utilizan, se benefician, explotan y exprimen a su favor estos eventos fatídicos.

Hay muchos casos en que, para frustración de los asesinos de líderes políticos o de movimientos sociales que impactan la vida político-social, la acción criminal —los que idearon el ajusticiamiento— ven que fracasaron, pues en vez de anular dichos movimientos ideológicos, los hace florecer: el cadáver del mártir es fuente de vida; sus acciones, sus palabras de verdades sabias, pensamiento humanista, los ideales trascendentes… esos no mueren con sus creadores.

Es importante considerar y comprobar que la reacción irracional ante el asesinato de un líder es una respuesta psicológica y social compleja que surge debido a varios factores inherentes a la naturaleza del evento y la relación entre el líder y la comunidad.

Y también con cuánta frecuencia los ánimosexaltados, por la razón que fuere, se encaminan por derroteros violentos.

En efecto, es común que manifestaciones multitudinarias, inicialmente bien intencionadas, acaben en destrozos materiales y heridos.

En las luchas por el poder, la identificación con el sufrimiento, la tristeza, decepción, frustración, rabia y amargura son habituales; entonces, quienes luchan por el poder aprovechan la oportunidad de intervenir y sacar raja de las movilizaciones de las masas.

Esta explotación ventajosa ha recibido el eufemístico nombre de “explotación del éxito”.

Donde la “explotación del éxito” es comprender, entender y actuar para conquistar el “alma colectiva”; es comprensible en términos del desarrollo psíquico, que sirven para comprender los fenómenos de masas.

No es una simple pasión de la cabeza, sino la cabeza de la pasión, y que, en ese sentido, el sometimiento de las ideologías a la crítica no es una tarea de la ciencia, sino de la filosofía
Análisis estratégico y táctico:

El hecho ha generado una ola de repudio hacia el gobierno morenista, evidenciada en el abucheo al gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, durante el velorio.

La tensión política se ha intensificado tras el magnicidio, poniendo el foco en la estrategia de seguridad de Morena.

Este incidente refleja la profunda indignación ciudadana y la crisis de legitimidad que enfrentan las autoridades estatales.

Los porqués tácticos que incidieron en la estrategia del crimen, que llevaron al homicidio de Carlos Manzo.

Declaraciones y acciones, entre otras:

  • “Lo que le pedimos a la presidenta de la República es que, si ya está muy detectada la radiografía criminal en nuestra región, que se actúe”, y agregaba: “El país se nos está yendo”.
  • “Los productores de aguacate y limón en Michoacán, obligados a pagar cuotas o a vivir bajo amenaza”.

Según Manzo, el narcotráfico había destruido el futuro de miles de jóvenes a través de la drogadicción y la falta de oportunidades.

El detonante:

Denunció a través de una frase que es vedada, casi clandestina, desde hace siete años: “Es guerra”.

El alcalde narró que en los alrededores de Uruapan se habían detectado campamentos de entrenamiento del crimen organizado y enfrentamientos con drones y armas de alto poder.

“Esto ya no es delincuencia común, es guerra”, advirtió Manzo.

Sin embargo, seguía recorriendo las calles y encabezando operativos.

“El miedo no se vence, se enfrenta. No me escondo, porque esconderme sería traicionar a la gente.”

No saben lo que soy: un fruto de México, país monstruoso al que simbólicamente podríamos representar como un ser que tuviese al mismo tiempo forma de caballo, de serpiente y de águila. Todo es entre nosotros contradicción.

Las consecuencias inmediatas del asesinato de Carlos Manzo incluyen una mayor presión sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum para el Gabinete de Seguridad, problemas que se suman a los no menores del tratado económico con productores de maíz, limón, aguacate, los transportistas, los gaseros ylos que se han ido acumulando.

Algunos opositores de este régimen se ilusionan y entusiasman con un estallido del México bronco, la revocación de mandato de la presidenta; ambos eventos parecen estar lejanos, pero hay que subrayar, no obstante, que no por eso hay que dejar de insistir en superar y erradicar de las operaciones públicas las ineptitudes, carencias, torpezas y corruptelas gubernamentales, así como la inhibición en el uso del monopolio de la fuerza pública para proporcionar seguridad a las vidas y bienes de la población, y considerar lo que connaturalmente acompaña: las debilidades, deficiencias y deformaciones de nuestra clase política.

Pero no debemos engañarnos: existe el riesgo de la violencia política o de la violencia del crimen organizado buscando interferir y determinar el rumbo político del país.

Todo esto es real, pero al mismo tiempo, cuando se analiza con mayor profundidad la situación de un estallido social, se puede comprobar que las “condiciones objetivas”, dirían los marxistas, para que ello se transforme en un estallido social, no están dadas.

Jesús Reyes Heroles advertía: “No lo despertemos (porque) todos seríamos derrotados.”

La pregunta provocadora es: ¿Despertamos al “México bronco”?
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818
Ernesto Pompeyo Cerda Serna

Correo: cerda999@hotmail.com Contador Público y Auditor. Socio del Despacho D. E. C.  y Miembro del Despacho Internacional PKF North American. Autor de los libros. Adiccionario Político. Kratologia. Literatura y Poder.