The ugly clothes

Gerson Gómez DETONA: En la ropa fea, guardamos los halagos de una sociedad líquida ya consumida.

La usamos todos los días. A la hora de ir a la chamba. En los días de hacer el supermercado. Toda la semana santa. Cuando el desinterés a la vida social llega al punto alto.

Muchos de los artistas imponen esa moda. Las pasarelas internacionales las vuelven tendencia. Desechos industriales o rezagos de saldos por cambio de temporada.

Aprobar la frase como te ven te tratan suena a arcaísmo. Algunas prendas en nuestros armarios o cajoneras resultan hilarantes.

Pagamos por lo feo sumas tan altas como de lujo. El buen gusto, la colorimetría y hasta el pret a porter en el transporte urbano luce fuera de lugar.

A la tintorería solo prendas delicadas. Trajes sastre en sitios donde el calor supera las condiciones del razonamiento. Compramos en mercados rodantes. Conocemos de la semana cuando se abre la paca nueva. Cuando los voceadores vigilantes gritan la frase del patrón se volvió loco. Con eso aseguran la atención del marchante.

Cada tianguis y mercado rodante, a lo largo de las urbes nacionales, le dan al consumidor, el salvoconducto de las marcas premium.

Una lavada para desinfectar. Otra para remendar cualquier hilo descorrido. Así se luce la escultural figura del centro deportivo. Las horas de hacer cardio o de caminata fugaz.

La vendimia de ugly sweaters es la confirmación de la temporada invernal. Familias enteras componen las redes estilísticas con imágenes del grinch, black Sabbat o hasta de Andrés Manuel.

En la ropa fea, guardamos los halagos de una sociedad líquida ya consumida.

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.