Votación histórica
La Constitución de 1824 ya establecía que los ministros de la Suprema Corte de Justicia serían electos por voto popular, aunque no así los jueces de distrito, quienes serían propuestos por el Presidente de la República en una terna y elegidos por el presidente de la Suprema Corte (artículos 127 a 135 de dicha Constitución).
Por lo tanto, no se trata propiamente de una elección histórica en cuanto a la forma de elegir a las y los ministros de la Corte Suprema.
Lo que sí resulta inédito es que, de acuerdo con cifras publicadas en diversos medios de comunicación, la elección costó poco más de 13 mil millones de pesos, sin contar los gastos en movilización ni la impresión de millones de acordeones.
Si los votantes efectivos fueron, según datos oficiales, 13 millones de personas, cada voto emitido costó al erario aproximadamente mil pesos.
Si a esto añadimos que el porcentaje de votos nulos y votos en blanco también alcanzó niveles históricos, pues superó los dos dígitos, algo sin precedente en una elección nacional, entonces el costo por voto efectivo se eleva aún más.
De hecho, hasta el día de ayer, los votos nulos y en blanco superaban, por mucho, la votación obtenida por cualquier ministro o ministra en contienda, representando alrededor del 22% del total.
En otros procesos electorales, el voto nulo suele fluctuar entre el 2 y el 4 por ciento.
Este fenómeno constituye un mensaje claro de los votantes, quienes expresan así su desacuerdo con una reforma que desmantela al único poder independiente que le quedaba al país, y que fungía como contrapeso frente al poder presidencial.