Alianza opositora, única vía para frenar la hegemonía
El resultado no solo definirá el equilibrio de fuerzas en el Congreso, sino que pondrá a prueba la capacidad de supervivencia de nuestro sistema democrático.
Ante este panorama, el país exige que la oposición se quite las etiquetas históricas y actúe con una visión de Estado: hace falta una gran alianza entre partidos para evitar que Morena consolide una hegemonía que podría ser irreversible.
El diagnóstico es claro: la 4T ha demostrado una eficiencia electoral notable, capitalizando el hartazgo y la concentración del poder federal.
Su estrategia no se basa únicamente en la popularidad; se basa en la desarticulación de contrapesos y la eliminación sistemática de las instituciones autónomas.
Si la oposición fragmenta su voto en docenas de contiendas locales, le estará sirviendo en bandeja de plata la mayoría calificada a un partido que ha declarado abiertamente su intención de transformar la República a su medida.
El momento exige la madurez de la clase política.
Los partidos de oposición (PRI, PAN, Movimiento Ciudadano, entre otros) deben entender que lo que está en juego es infinitamente superior a sus diferencias ideológicas o a sus cuotas de poder.
La meta no es que el PRI gane unos escaños o que el PAN retenga un par de alcaldías, o gobernaturas, sino que se mantenga un bloque opositor lo suficientemente fuerte en el Congreso para vetar reformas constitucionales regresivas, evitar el control total del presupuesto y defender las libertades que se han ido erosionando.
¿Cómo se instrumenta esta gran alianza?
No basta con acuerdos cupulares de última hora.
Se requiere un pacto de civilidad y supervivencia basado en tres ejes:
- Candidaturas únicas y de consenso: Priorizar a los perfiles más competitivos en cada distrito, sin importar su militancia histórica, sino su capacidad de ganar y de representar la defensa democrática.
- Agenda mínima de contención: Dejar de lado los debates históricos y concentrarse en una agenda única: defensa de la autonomía de órganos electorales, impulso a una economía de certidumbre y reestablecimiento de contrapesos institucionales.
- Movilización conjunta: Unir las estructuras de base y los recursos para garantizar que el voto opositor, disperso en la actualidad, se concentre en un solo frente.
Si la oposición sigue anteponiendo sus intereses particulares a la necesidad nacional, el electorado la castigará por su falta de visión.
La historia no perdonará a quienes, por mezquindad política o por cálculo erróneo, abrieron la puerta a la centralización del poder.
