Andan los fifís muy chairos
En diversos grupos de chat la política se ha intensificado, sólo en los grupos porque en el activismo real pareciera que duermen el sueño de los justos.
El común denominador que he encontrado en esos grupos es que los más intolerantes e iracundos son los fifís, los que coinciden o participan en el proyecto del PRIAN y el frente que conforman.
Pensar diferente a ellos representa ser centro de sus ataques personalizados. De la búsqueda en el descrédito al interlocutor.
Años atrás, con el triunfo de la 4T, los radicales, intolerantes, los rabiosos eran los denominados chairos, los que atacaban a las personas y no a las ideas, los que se asumían poseedores de la verdad y el gran proyecto transformador.
Eso sucede hoy, pero con muchos de los simpatizantes de Xóchitl Gálvez.
Algunos disfrazados de analistas, otros de sociedad civil, unos más de profesionistas ecuánimes, pero todos en el mismo tenor, buscan la personalización del debate sobre la discusión de las ideas.
Recientemente alguien con ropaje de periodista me cuestiona con preguntas de militante del proyecto en el frente opositor.
Me cuestiona porqué definí, hace más de cuatro o cinco meses, como “hueca” la propuesta de la aspirante surgida desde el PAN; la respuesta es sencilla, porque es más populismo igual al que tenemos y sin aportes de fondo a los temas torales del país.
La réplica suya es que no se pueden hacer propuestas por la ley que tenemos, sin embargo, sí se acepta violarla con actos anticipados de pre, pre, precampaña. Un contrasentido que no comprendo.
La rabia de los xochitlistas quizá deriva de ver que su proyecto no prende, o porque las encuestas hoy día dan la razón a mis palabras cuando aseguré que no traía algo en el morral y que la suya era una propuesta populista.
México requiere que se salve la democracia, pero no es con las mismas irregularidades existentes ni con proyectos que al término del camino nos lleven al populismo que hoy padecemos.
Es necesario que pensemos en el país y no en los proyectos personales.
Xóchitl no prende como lo habrían deseado los xochitlistas y ahora les molesta escuchar esa verdad. Desconozco si habrá de prender en las preferencias e incluso si este opinador mañana cambie de apreciación sobre el proceso electoral; lo cierto es que en el punto en el cual nos encontramos, ni Claudia o Xóchitl representan un cambio en el rumbo de la nación, ambas, siendo tan distintas son tan iguales, representan la continuidad, una de ellas la de la 4T y la otra el populismo.
Hoy sabemos por las encuestas que la candidata del frente está muy por debajo de su contendiente, en algunas de las mediciones por 11 o 12 puntos, en las más extremas abajo por hasta 30 puntos porcentuales.
En ambos casos el nivel de conocimiento de las pre, precandidatas es muy alto, lo cual dificulta que se muevan las preferencias o rechazos en favor o contra una de ellas.
La del 2024 es una elección diferente, lo es porque más que nunca, el electorado en gran medida, ya sabe por quién no votará y habiendo sólo dos opciones, resta saber si anula su voto o lo emite por la opción antagónica a su rechazo.
La campaña de Xóchitl está sin sustancia, sin contenido y quizá eso es lo que le impide crecer.
Claro, existe la posibilidad de que padezca el efecto de Peter, ese que habla de cómo las personas llegamos a nuestros techos profesionales.
Tenemos una maltrecha democracia y lo que ofrecen no parece aliviarla.
Peor aún, ahora los promotores xochitlistas atacan a sus divergentes sólo por pensar diferente a ellos, son fifís comportándose como chairos.