El discurso más importante de Sheinbaum
Habló en Veracruz de la corrupción ante el alto mando de las Fuerzas Armadas, la secretaria de Gobernación, el presidente de la Suprema Corte y las presidentas del Congreso.
Más allá de las comprensibles frases retóricas, asoció corrupción con traición.
El corrupto es ahora un traidor.
La Presidenta no dio nombres, tal vez porque no hacía falta.
Preguntó: “¿De qué sirve el dinero mal habido si con él se pierde la reputación y el legado?”.
Pregunta que podrían acoplarse con los sustantivos que han levantado tantas sospechas los últimos 365 días.
¿De qué sirve hoy el dinero mal habido, Yunes?
¿De qué sirve, Monreal, Haces, Adán, almirante Ojeda, gobernadores del norte y el Pacífico, jóvenes dirigentes de Morena que se relajan en Japón?
A ellos pareció hablarles ayer la Presidenta.
A ellos les dijo que la corrupción es deslealtad, y les pidió vivir con rectitud, y “ser ejemplo para la familia, los compañeros y la nación entera”.
Desde ayer existe, pues, un referente ético creado por la líder de la 4T.
Todo indica que remitido a los poderosos de la 4T, que quizá ya no se sentirán tan intocables.