Nueva Era

El golpe de estado en Venezuela

Pablo Hiriart DETONA® Hoy lo vemos en el caso de Venezuela, donde esa izquierda sectaria, en ambos lados del continente, grita que se prepara un golpe de Estado contra Nicolás Maduro.
https://vimeo.com/1091496933

Algo hay que reconocerle a los líderes de la izquierda populista y antidemocrática.

Su maestría para pasar de victimarios a víctimas, y de víctimas a verdugos.

Constituyen una suerte de hermandad en el cinismo en todo el continente y más allá.

Medalla de oro en la doble metamorfosis (de victimarios a víctimas y de ahí a verdugos), cuentan con legiones de medios de comunicación adictos al poder y a la mentira.

Hoy lo vemos en el caso de Venezuela, donde esa izquierda sectaria, en ambos lados del continente, grita que se prepara un golpe de Estado contra Nicolás Maduro.

Nicolás Maduro no es víctima de un intento de golpe, él dio un golpe de Estado.

Perdió las elecciones, de calle, y con sus reglas.

Después de perderlas se quedó en el poder y castiga a los ganadores por “golpistas”.

¿Qué presidente es ese? Desde luego que no lo es.

Ejecutó un golpe de Estado gracias al control del Tribunal Supremo (la Suprema Corte de Justicia) con una mano y con la represión en la otra.

En Venezuela, el golpe lo dio quien debía entregar el cargo después de perderlo y se quedó en el Palacio de Miraflores.

Los venezolanos votaron por un cambio el 28 de julio del año pasado.

En las actas, recogidas por observadores electorales, los representantes en casillas y organizaciones civiles, se mostraba una ventaja clara de Edmundo González, candidato de la Plataforma Unitaria.

De acuerdo con el conteo paralelo, 65% de los votos favoreció a González.

Maduro perdió y no entregó el mando de la República.

Golpe de Estado se llama. ¿Alguna duda?

El Consejo Nacional Electoral, bajo control chavista, lo proclamó “reelecto” con 51.9% de las preferencias, sin mostrar actas, ni permitir auditorías ni publicar los resultados en las casillas.

El Centro Carter se negó a validar el proceso.

Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA pidieron una revisión, el Tribunal Supremo, un brazo del Ejecutivo, ratificó los resultados sin revisar una sola boleta.

Ahí se consumó el golpe, lo dio Maduro.

Desconoció el mandato popular y usó al Estado para metamorfosear su derrota en victoria, para luego perseguir a sus adversarios y lloriquear con que ahí viene un golpe de Estado.

El dictador tiene el cinismo de acusar a otros de lo que él hizo.

Y no le faltan coristas en la política y en los medios de comunicación de nuestro continente y más allá.

Señala a María Corina Machado y a Estados Unidos de “intentar un golpe fascista”, pero ha sido él quien desmanteló la democracia.

Tan obscena como la mentira ha sido la propaganda que la acompañó.

La izquierda autoritaria del continente salió a defender al usurpador luego del Nobel a Machado y de que Estados Unidos desplegó ocho buques de guerra y un submarino en el Caribe.

Alegan que Venezuela es víctima de Washington, cuando en realidad es rehén de Moscú y La Habana.

La injerencia extranjera en Venezuela no la llevó Estados Unidos, la llevó Maduro.

Cuba dirige buena parte del aparato de inteligencia y controla la represión interna en Venezuela.

Los asesores cubanos están en los ministerios, en el ejército, en el SEBIN, dictan la estrategia de control y vigilancia.

Y Rusia sostiene al régimen con armas, tecnología y respaldo diplomático para que Maduro someta a los venezolanos.

Caracas se ha convertido en una pieza del tablero geopolítico de Putin.

El petróleo venezolano se comercializa por redes rusas, la represión se coordina con agentes y métodos cubanos.

Ahí está la verdadera injerencia extranjera, es la que garantiza la permanencia de la dictadura.

Maduro es cabeza de un país dominado por cárteles del narcotráfico, donde se han mezclado las instituciones castrenses y sus mandos con gobernadores y los grandes grupos del crimen organizado.

No va a salir del gobierno así como así, porque es parte de una mafia y juega en el tablero geopolítico de Vladímir Putin.

Los venezolanos son las víctimas de esa pinza criminal.

Pero los medios de la izquierda sectaria hablan de “guerra mediática” y callan todo lo demás.

Son el rostro del cinismo: defienden al tirano en nombre del antiimperialismo.

El 10 de enero de este año, 2025, Maduro juró como presidente ante un país exhausto y un puñado de aliados extranjeros que sellaron la farsa.

La soberanía que dice defender está hipotecada a Moscú y a La Habana.

Y a los cárteles de las drogas.

La izquierda populista que lo respalda cambió “la causa del pueblo” por “la causa del poder”.

Y cada gobierno, medio de comunicación o partido político que lo justifique participa de ese golpe por omisión o por complicidad.
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818
Pablo Hiriart

Nacido en Chile, emigró a México a fines de los 70. En 1980 inicia su etapa como reportero del semanario Proceso y del diario La Jornada antes de formar parte del equipo de comunicación del gobierno federal.
Desde el año 2016, participa en México Confidencial en Azteca 13, en Proyecto 40 y es Director General de información política y social del diario El Financiero, donde escribe la columna "Uso de Razón".