¿Hacia dónde van los pueblos mágicos?
Hacer un recuento histórico del trayecto de 24 años a partir de la creación del distintivo Pueblo Mágico no es tarea fácil.
Alguna vez presidí, por dos años (2020-2022) la asociación nacional de comités ciudadanos de pueblos mágicos que al paso del tiempo me percaté había nacido mal porque sus fundadores finalmente se adueñaron de su destino que quedó en un acta constitutiva rebasada sin certeza jurídica y fiscal.
Una asociación con uno que otro pillo y muchas buenas personas
También presidí el Comité Ciudadano del Pueblo Mágico de Bustamante, NL, (2017-2022) con ciudadanos dignos.
En ese tiempo mucho trabajé, pero a raíz de un decreto oficial de noviembre del 2022 empujado por el entonces titular de la SECTUR federal los comités ciudadanos desaparecieron pasando a ser comités mixtos presididos por alcaldes.
Abandoné ambas figuras asociativas y me dedico ahora a promover el turismo comunitario de naturaleza desde pueblos extraordinarios.
Espero no perder objetividad sobre las reflexiones que compartiré para DETONA®️
El programa que sustenta el todavía codiciado distintivo inició en 2001 como una réplica del programa Pueblos Blancos en España.
Tuvo el propósito de elegir lugares excepcionales en materia natural y cultural.
Comunidades que podrían desde su ciudadanía organizada generar un desarrollo económico y social.
El programa proponía esquemas de capacitación en materia de cadenas productivas y se fomentaban sellos de calidad para restaurantes y hoteles.
Existía una estructura específicamente creada en la SECTUR federal que vigilaba que los distintivos se ofrecieran en justicia, había profesionales como Ángel Díaz Rebolledo y Alberto Colorado que acuciosamente aplicaban reglas claras ante el diluvio de propuestas provenientes de municipios interesados en el distintivo de Pueblo Mágico.
Pero se dispararon los nombramientos como palomitas de maíz en horno de microondas a merced de las decisiones de mandatarios presidenciales como Felipe Calderón, que privilegió localidades michoacanas; gobernadores estatales influyentes y uno que otro veleidoso titular de la SECTUR.
De estos, el que manifestó su prepotencia administrativa en su máxima expresión fue secretario de turismo del pasado sexenio, que había externado la promesa de no hacer crecer en demasía el número de pueblos mágicos y que llevó su gestión de manera imperialista, con todo y su séquito.
Aunque hubo avances iluminadores como el proyecto de “El pescado de Moctezuma” (ya desaparecido), la celebración del Día de los Pueblos Mágicos, y la oportunidad de llevar al extranjero su riqueza; esfuerzo que debe redirigirse y no fincarse en los dineros de municipios y estados.
Para fines de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto, el distintivo de Pueblo Mágico lo tenían 132 localidades entre comunidades, municipios y ciudades.
Llegó el primer sexenio morenista para hacer nombramientos a granel por lo queahora son 177 los Pueblos Mágicos.
Y parece ser que las actuales autoridades turísticas federales han detenido los nombramientos hasta que no se clasifiquen los Pueblos Mágicos de acuerdo a un patrón de estándares creados para poner orden, con una asesoría que costará a munícipes y a la propia federación, que espero no represente un negocio.
Pero a pesar de todo ese tinglado que se fue armando por intereses políticos que privilegiaron comunidades y ciudades “cachirules” con distintivos inmerecidos, a pesar de caciques ciudadanos inamovibles, el Programa Pueblos Mágicos sigue representando una oportunidad para visibilizar lugares que sí poseen atributos turísticos, en el contexto del patrimonio integral, distintos a los destinos de sol y playa.
Haciendo un rápido recuento de hechos, en sus primeros años el programa ofreció apoyos para infraestructura turística y ya en el sexenio lopezobradorista empezó a restársele importancia iniciándose con la ausencia real de fondos económicos para el desarrollo de los Pueblos Mágicos.
Considero que los malabarismos de los cambios sexenales no se valen cuando se minimiza una política pública para restarle fuerza
Pueblos Mágicos es una marca que no debe desaprovecharse.
Es un despropósito apoyarlo con convenios menores a través de empresas que, disfrazadas de una asociación civil hecha a la medida de intereses pecuniarios, se ofrecía un apoyo para “pintar” que finalmente cubría económicamente las autoridades municipales sede de los Pueblos Mágicos y sus gobiernos estatales.
Ahora que un directivo de mandos medios tome protesta a la nueva directiva de la Red de Alcaldes de Pueblos Mágicos, lo que ocurrió el pasado 20 de mayo en una sede del Senado y no la actual titular de la SECTUR, clarifica la modesta importancia del multicitado programa.
Allí, en la Antigua Casona de Xicoténcatl, Marte Molina (hijo) Director General de Gestión Social de Destinos (puesto de nueva creación en la SECTUR) habló, habló y habló con olor a GEMES y a Flores en el tono que permite una posición mal entendida de la burocracia, cuando no se comprende que finalmente se es un servidor público, argumentando que la magia de los pueblos se iba a recodificar de acuerdo con qué tan real era dicha magia.
Dijo que por primera vez habría acuerdos para que hubiera por fin un techo financiero para los Pueblos Mágicos, (que por cierto ya los ha habido).
Por mencionar solo uno de los esfuerzos legislativos que han ocurrido en torno al fortalecimiento del Programa Pueblos Mágicos, fui testigo de que en el sexenio pasado intentaron ponerse de acuerdo el senador Antonio García Conejo presidente de la Comisión de Turismo en el Senado y Jericó Abramo presidente de la Comisión de Turismo en la Cámara de Diputados, para modificar el presupuesto a favor de los Pueblos Mágicos.
Porque una SECTUR pobre no podía hacerse presente más que con el poder de sus decisiones de forma, y la gestión legislativa no llegó a nada; pero se intentó.
Marte Molina, quien tomó protesta a la nueva directiva de la Red Nacional de Alcaldes de Pueblos Mágicos, declaró entre otras cosas que:
“Hoy por primera vez hay un punto de partida y hacemos una reflexión y una autoevaluación ¿quién de los 177 hoy presidentes?
Ya sé que todos nos sentimos mágicos, pero si vamos a lo profundo ¿cuántos somos mágicos? ¿cuáles vamos a cumplir con la estrategia de fortalecimiento?
Es decir, hoy por primera vez en 24 años vamos a tener un punto de partida: ¿dónde estoy? ¿hacia dónde voy? y ¿cómo lo voy a lograr?
Y es que debemos comprometernos con los secretarios en función a tener nuestros 27 entregables al final del año para que, si hay voluntad, discursos, ganas y comunión se demuestren los resultados este año.
Por fin una clasificación real de cómo están los pueblos mágicos en el país, proceso realizado a final del año.
¿Cuántos de nosotros estamos clasificados en triple A, doble A, y cuantos A sin fines comerciales para convertir a nuestra localidad denominada Pueblo Mágico en algo más competitivo?
Hoy tenemos una marca, localidades con riqueza arquitectónica, gastronómica, cultural
Para el 2026 tenemos que fortalecer la oferta turística.
Tendremos 6 millones más de turistas, la estrategia durará 9 meses y después convocaremos a alcaldes, secretarios para analizar los resultados.
Para la secretaría es generar condiciones el objetivo es replicar las estrategias de lo que ha salido bien de los Triple A.
¿Quiénes no van a querer se pueblos mágicos?
La marca es una garantía, una la cadena de valor; para que todos sean más competitivos el objetivo no es quitar los nombramientos.
Que los de A repliquen las estrategias que han salido bien.
Marca famosa es garantía para que la gente te visite, agenda de artesanías, cadena de valor, que los destinos por fin, los 177, sean mágicos.”
Esta declaración es una versión estenográfica de sus palabras, mismas que preocupan por su desarticulación.
La magia de un pueblo no se define ni se cuantifica desde un escritorio burocrático.
Se vincula directamente a las personas, la cultura, tradiciones, la historia y las características de su patrimonio integral que hacen únicas a las localidades que las poseen.
Me queda claro que tienen distintos estándares los 177 Pueblos Mágicos, incluyendo los que obtuvieron sus distintivos a modo.
Cada sexenio cambian las políticas públicas y aparecen nuevas mentes geniales pero es preciso evitar las improvisaciones oficiales.
Hace poco la rumorología predecía el fin del Programa Pueblos Mágicos, que en la actualidad se sigue manteniendo con alfileres
Qué tiempos aquellos en los que los ciudadanos eran el fiel de la balanza de los Pueblos Mágicos y se aseguraban de que los proyectos de mejora turística se cumplieran, porque eran parte de su compromiso y convicción.
Han ido desaparecido fideicomisos, programas y bolsas que podrían apoyar a los Pueblos Mágicos.
Han cambiado las personas al frente de los tres niveles de gobierno y sin embargo los ciudadanos siguen apostándole desde sus esfuerzos dignos, a que no desaparezcan.