Opinión

La nueva heterodoxia económica: Un desafío al Consenso de Washington

Carlos Chavarría DETONA® Aplicar soluciones rupturistas a los problemas puede ser muy sorprendente, atrayendo el apoyo de los públicos electorales que los líderes populistas necesitan para consolidarse en el poder (Smith, 2020).
https://vimeo.com/1091444957

Sin embargo, muchos de estos políticos han malinterpretado el término heterodoxia, utilizándolo como si fuera equivalente a una innovación, cuando en realidad se trata de soluciones del pasado que no funcionaron, no agregan valor o cuyos costos consecuenciales resultan superiores a los beneficios buscados (Jones, 2018).

 La escuela austriaca de economía ha propuesto vías más realistas para el anàlisis econòmico y, sobre todo, ha demostrado la imposibilidad de planear las economías de forma centralizada.

Como argumentó Friedrich Hayek (1945), el conocimiento económico es disperso y tácito, inherente a las circunstancias particulares de tiempo y lugar que solo conocen los individuos.

Por lo tanto, cualquier intento de una autoridad central por dirigir la economía es inherentemente ineficiente, ya que carece de la información completa y oportuna que solo el libre mercado, a través del sistema de precios, puede procesar de manera espontánea.

 Existe una considerable problemática con las políticas que la actual administración del gobierno estadounidense y de otros países están intentando imponer.

Me refiero a la "nueva heterodoxia económica", la cual parece ser central en la aplicación de instrumentos de política que no solo van en contra de la experiencia reciente, sino que atacan las bases del capitalismo occidental surgido a partir del Consenso de Washington en la década de 1980 (Williamson, 1990). 

 

Hoy, este modelo está sometido a presiones por parte de los mismos gobiernos que en su momento fueron los impulsores del libre comercio y la minimización de la intervención estatal.

 Si el Consenso de Washington no logró todas sus metas, fue precisamente porque los gobiernos que lo diseñaron para resolver las deudas de los 80 se dedicaron a aplicar medidas para superar crisis financieras, pero no las de crecimiento y distribución del ingreso (Stiglitz, 2002). 

 Al término de la Segunda Guerra Mundial, la economía mundial se fortaleció gracias a la reconstrucción, y para salir del estancamiento hasta antes de los 80, provocado por el proteccionismo, se diseñó este consenso hoy casi abandonado.

Si ahora se aplicaran aranceles, una suerte de política proteccionista, esos mismos países  lideres verían reducido su mercado de exportaciones, lo que simplemente haría sus economías más pequeñas y con menos excedentes.

Además, si el propósito de usar presiones comerciales es mostrar el músculo geopolítico de un país, el desastre se acentúa por la inevitable reacción defensiva de los países afectados: la formación de bloques.

Esto fragmentaría el comercio global y crearía un entorno de competencia hostil en lugar de cooperación.

El libre intercambio comercial, basado en el "eficientismo", multiplicó las interdependencias entre las naciones.

Este modelo dejaba a inversionistas y emprendedores en libertad para producir y comprar donde más les conviniera, sin importar las "dependencias estratégicas" que serían desestimadas por los mercados (Krugman, 1995).

Sin embargo, este enfoque también presenta vulnerabilidades, en ese sentido, cada país debería poder intervenir en sus mercados para proteger intereses irrenunciables —como la salud o la seguridad— de los designios de otras economías.

En cada cadena económica existen suministros esenciales donde el eficientismo del libre mercado debe ser vigilado para que no se convierta en una debilidad estratégica (Autor & Salop, 2021).

 Ahora bien, cambiar la política de libre mercado de manera indiscriminada, aplicando presiones de todo tipo, solo ocasiona distorsiones que debilitan a las regiones y agudizan la desigualdad. 

 Igualmente el obligar a países y empresas privadas a invertir o dejar de hacerlo, como con el supuesto intento de que Nvidia entregue capital accionario al gobierno, no parece más que una regresión en la libertad (Feldstein, 2006). 

 

Suponer que la balanza comercial resuelve los problemas de liquidez de un gobierno va en contra de la lógica económica conocida, ya que la liquidez gubernamental depende de la recaudación fiscal, no de los ingresos de exportaciones del sector privado.

 En asuntos de economía, como en política, la única solución óptima es la de ganar-ganar. Intentar tomar todo es un camino en el que todos pierden, porque ningún país puede autoabastecerse de todo.

Si se desea lograr un estado de dominio, debe ser a base de innovación y no de dominación por la fuerza. La heterodoxia debería basarse en la creatividad, pues repetir lo que la experiencia ya ha probado que es erróneo o insuficiente solo agudizará los problemas.

En conclusión, la "nueva heterodoxia económica" es un giro peligroso que ignora las lecciones históricas y la lógica del libre mercado.

El regreso a la intervención estatal genera riesgos considerables al distorsionar el mercado, limitar la libertad y debilitar la capacidad de las sociedades para prosperar.

 

Para un nuevo capitalismo del futuro, la solución no es un retorno al proteccionismo, sino un avance hacia un modelo basado en la innovación y un enfoque de ganar-ganar que reconozca la interdependencia global.
https://vimeo.com/1089261994
https://vimeo.com/1015118818
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