La tormenta: tropas, listas negras, juicios, visas
La relación entre México y Estados Unidos se encuentra en uno de los peores momentos de su historia.
No en lo cosmético, donde todo parecería marchar sobre miel, sino en el fondo.
Las dos últimas conversaciones telefónicas entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Donald Trump han sido calificadas como “muy cordiales” y “productivas”.
Pero cuando se cruza el lenguaje diplomático y se ve cuáles han sido los resultados de los contactos, no han llegado a ninguna parte.
Sheinbaum no ha logrado que Trump cancele aranceles en acero y aluminio, ni frenado las demandas en otros ámbitos como agua, jitomates o contaminación.
Mucho menos ha impedido la escalada de sus intentos intervencionistas ante lo que ve Trump como displicencia y negligencia en el combate a los cárteles.
La revelación del viernes pasado en The Wall Street Journal sobre la petición de Trump a Sheinbaum en su conversación del 16 de abril para permitir la participación de tropas estadounidenses contra los cárteles de las drogas fue confirmada por la presidenta al día siguiente.
Sheinbaum no necesitaba hacerlo.
En Washington nadie confirmó ni negó la información del diario, y ella pudo haber hecho lo mismo, pero por alguna razón, quizás para buscar consenso interno en momentos en donde su fuerza política real se ha disminuido –que disfrazan con la popularidad en las encuestas–, reconoció que, aunque con matices, era cierta la publicación.
El temor de Sheinbaum a que Trump llegara a pedir el envío de tropas se materializó.
Pero la mano dura, envuelta en terciopelo, la comenzó a sentir desde la visita de la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, el 28 de marzo en Palacio Nacional, donde le dijo directamente, como lo reveló días después, que México “tenía muchos pendientes” en la lucha contra el narcotráfico y migración.
El encuentro estaba programado para durar media hora, pero como reveló Noem a la cadena Fox News tres días después, se prolongó por casi dos horas y fue “productiva”.
Pero, de acuerdo con detalles de la conversación a los cuales se ha tenido acceso, fue más que eso.
Podría decirse, incluso, amenazante.
Lo que quiere Estados Unidos es que la Fiscalía General de la República abra investigaciones y procesos penales en contra de funcionarios, políticos, empresarios y artistas presuntamente vinculados con el crimen organizado.
Noem no proporcionó ninguna lista de nombres, pero el mensaje fue entregado.
En Washington no esperarán a que la presidenta instruya al fiscal Alejandro Gertz Manero a realizarlo, si es que en algún momento decide actuar en ese sentido, por lo que el Departamento de Estado está depurando una primera lista de mexicanos a quienes les retirará la visa.
De hecho, al día siguiente de ese encuentro revocó las visas de turismo y trabajo a los integrantes del grupo Los Alegres del Barranco, que cantó un corrido dedicado a Nemesio Oseguera, El Mencho, mientras proyectaban su imagen en el escenario en un palenque en Zapopan porque, como explicó el subsecretario Christopher Landau, “no vamos a extender la alfombra roja a quienes enaltecen a criminales y terroristas”.
El 17 de abril, un día después de la llamada con Trump, el alcalde de Matamoros, Alberto Granados, fue detenido cuando intentó cruzar la frontera con Brownsville, y le retiraron la visa.
Visto en retrospectiva, Noem fue la mensajera que advirtió lo que vendría.
Sheinbaum y Trump han hablado alrededor de 55 minutos en dos semanas.
La última, el jueves pasado, duró 10 minutos, y sólo fue hablar para que los secretarios de Comercio y Tesoro, que han tenido reuniones bilaterales, se vuelvan a reunir para ver cómo se reduce el déficit comercial de Estados Unidos con México, y cómo conciliar los aranceles con el deseo de Trump de que las barreras arancelarias cambien de supervisor, y que una vieja oficina en el Departamento del Tesoro, rebautizada como Servicio Recolector de Impuestos Extranjeros, sea quien se encargue de cobrar las tarifas.
La penúltima, del 16 de abril, duró 45 minutos.
Oficialmente se informó que sólo hablaron de comercio y aranceles, pero en México comenzó a trascender que había sido una llamada ríspida.
No fue lo que dijeron los presidentes cuando informaron de esa conversación que con las revelaciones del diario neoyorquino se puede comprender la razón de la duración.
Sheinbaum dijo que rechazó tajantemente la petición de Trump, que ha dicho que México “está dominado casi en su totalidad por cárteles criminales que asesinan, violan, torturan y ejercen un control total, que amenaza la seguridad nacional” de Estados Unidos.
Sheinbaum siempre negó esas imputaciones y en la conversación de abril le dijo que “nunca aceptaría una intervención militar”.
La revelación de The Wall Street Journal puede interpretarse como una presión pública del gobierno estadounidense a México, y la confirmación por parte de Sheinbaum, una respuesta pública de la posición de México en busca del respaldo interno para hacer frente a lo que parece ser una hoja de ruta donde se están colocando las ruedas de la maquinaria que concreten las amenazas que ha venido haciendo Trump y su gabinete de seguridad en contra de los cárteles de las drogas y de la complicidad y red de protección institucional de la que gozan aquí.
Una situación de esta naturaleza no se había visto antes.
En 1977, Peter Bensinger, director interino de la DEA, dijo en una audiencia en el Capitolio que tenían una lista de 770 nombres de políticos, funcionarios y artistas mexicanos que intercambiaban drogas por armas a través de la frontera común, pero nunca hicieron nada con esa relación. Hasta 1985 cambió el marco de la relación por el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, que logró desnarcotizarse, aunque no desapareció, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994.
La crisis de fentanilo en Estados Unidos en 2019, y la tolerancia del expresidente Andrés Manuel López Obrador con los cárteles de las drogas, narcotizó nuevamente la relación, pero desató presiones inéditas en su dimensión y escalamiento, que son las que tiene que administrar Sheinbaum, atrapada entre las extorsiones de Trump y los compromisos de inmunidad para los privilegiados del régimen.