La violencia intrauniversitaria
En la prepa 2 mi primer año, mi segundo año en la prepa 1, por error me habían enviado a la prepa 2, nos pelaron (trasquilaron el pelo cefálico), nos hicieron groserías y peladeces, ya superada dicha etapa ingresé en 1967 a la escuela de Medicina de la UANL.
Eran días combatientes contra la corrupción, el nepotismo y la disposición indiscriminada de los presupuestos municipales, estatales y federales (¡¡Hellou!!), que bueno que ya no (menos mal), eran épocas en las que los presidentes de las mesas directivas salían corriendo de las juntas de la sociedad de alumnos descaradamente, corriendo con una pistola en una mano y el dinero de las cuotas de la sociedad de alumnos en la otra mano.
Afortunadamente otros aspectos del diario vivir se desarrollaban en el ambiente social, bailes de luz negra, partidos de fútbol y béisbol, reuniones y eventos en el aula magna.
Empero la división o desunión entre ideologías y conductas políticas entre las autoridades universitarias llevaron indefectiblemente a la separación en el área de la salud en la escuela de Medicina oficial y las aulas anexas ubicadas frente al antiguo edificio del sindicato del IMSS.
En la esquina noroeste del cruce de las calles de Miguel F. (Filomeno) Martínez y Juan Aldama donde hoy (ignoramos a través de que componendas) se encuentra la casa de pastoral (hay 4 casas pastorales de la arquidiócesis de Monterrey), ¿A que viene ésto mi eterno aprendiz de algo?.
Deberías aprender más del Kamasutra (ignoro el intento de golpe).
La división y el encono entre la escuela de Medicina Madero y aulas anexas, llevaban irremediablemente a la discusión, los insultos, las patadas y las trompadas.
Bueno, pues, el contexto anterior lleva, a que un buen día por la tarde me encontraba yo esperando a una amiga que salía a las 20:00 hrs de clases en prepa uno.
Estaba yo tranquilamente recargado sobre la pared del colegio civil, ensuciándome la suela del zapato izquierdo con la pintura de dicha pared y observaba yo (crítico y víbora de siempre), que un número importante de alumnos ingresaba al Aula Magna, ¿de que se trata? Inquirí, asamblea de aulas anexas y pa pronto, ahí voy para dentro, escuché las peroratas del Ing. Héctor Ulises Leal Flores Rector de la UANL (entre 1967 y 1971 la UANL tuvo 7 rectores y un coordinador ejecutivo).
Catalogado como acérrimo comunista, habló también el Dr. Juan Antonio Limón Rodríguez de muy grata, afable y afectuosa memoria y algunos otros oradores de los alumnos dirigentes.
"Considérense ya, médicos recibidos y ejerciendo" creo recordar entre la neblina de mi memoria, haber escuchado al Dr. Juan Antonio Limón Rodríguez, y pa las pulgas de su Majestad, que se me encienden los entresijos.
Se me remueven los intestinos e irreflexivamente e inconscientemente (como todo lo visceral) levanto la mano, solicito el micrófono y subo al estrado señalando con dedo flamígero, "los están engañando compañeros".
Las posibilidades y alcances de capacidad académica, de entrenamiento, de preparación, maduración y destrezas clínicas están cuidadosa y certeramente calculados para la cantidad de alumnos inscritos en la escuela, donde la programación es para que puedan comer 20, no pueden comer 50 personas y además.
Y que se empieza a alborotar la plebe y que empiezan los gritos "¡ése es de medicina Madero!", "¡bájenlo!", "¡quítenle el micrófono!" .
Y pa'tras los fielders, entregué el micrófono, bajé la escalera, caminé hacia la salida, escuchaba gritos de todos, sentí que algunos se ponían de pie y caminaban hacia mí, me giré y abrí los brazos en actitud retadora "¡Qué, putos!".
Y que veo que se empiezan a sentar, y todos miraban hacia la puerta de entrada, acababan de entrar mis compañeros del equipo de fútbol americano de las Víboras de Medicina, omito sus nombres todavía viven y son muy apreciados, muchísimo más por mí.
¿"Que andas haciendo"? me preguntaron con una mezcla de angustia y confusión.
Poniendo orden contesté, ya estaba mi amiga afuera esperándome ¿"Donde andabas"?Combatiendo molinos de viento, contesté y caminamos alegre y libremente a casa a través del Puente de Zaragoza.
