Limpiar Uruapan
No sabemos con detalle lo que hará y quizá convenga que no detalle mucho, porque lo que hay que hacer ahí requiere sigilo y eficacia, no mensajes/masajes a la prensa.
El gobierno federal no está para dar soluciones nacionales en materia de seguridad.
Nos lo ha dejado claro el caso de Uruapan.
Creo que hacen bien en acotar sus planes a Michoacán, pero incluso eso está fuera de sus posibilidades: “pacificar” Michoacán.
Ya hablar de un plan de “paz” es errar el tiro, admitir que hay una “guerra” que debe ser arreglada.
No. Lo único que hay parecido a una guerra en Michoacán es el pleito cerval de distintas bandas criminales, que son, en su conjunto, el enemigo armado de la sociedad pacífica michoacana, la cual no está en guerra con nadie.
Ni ella, ni su gobierno, que debiera estarlo, peleando contra las bandas que asolan a sus ciudades y a sus ciudadanos.
Pero el gobierno de Michoacán, claramente, no está en guerra, sino en presumible complicidad con los señores de la guerra del estado.
El único municipio de Michoacán donde esta complicidad no existía era Uruapan, y así le fue a su presidente municipal, Carlos Manzo, quien estaba, ese sí, en guerra con el crimen. Lo mataron.
Los planes para llevar la “paz” a Michoacán diluyen en un propósito general lo que pasa en Uruapan.
Lo que pide a gritos el asesinato de Carlos Manzo en Uruapan no es hacer la “paz”, sino limpiar Uruapan del crimen.
Limpiar Uruapan del crimen, hoy, es darle a la viuda de Manzo, la nueva alcaldesa, la valiente Grecia Quiroz, y a sus aliados locales de El Sombrero, el apoyo que haga falta para destruir a los criminales que mataron a Manzo y ahogan a Uruapan.
Hay dos buenos puntos de partida para limpiar Uruapan: la autoridad local, Grecia Quiroz, no es narca sino víctima del narco.
Y su policía municipal no está ligada al crimen.
Eso avanzó Carlos Manzo.
Hay que concluir su tarea, limpiar Uruapan, liberarla del crimen.
