Las hijas e hijos del acordeón
Pura alabanza propia para presumir que llegó la hora de la nueva Suprema Corte, de “los primeros ministros que hemos pasado por las urnas”.
Debe creer que repetir esas expresiones instalará su relato en la memoria colectiva.
No está por demás, pues, repetir que ese relato no resiste el menor análisis.
Ella y una mayoría de los 8 mil ministros, magistrados y jueces que asumirán hoy lo harán gracias al atropello de la maquinaria oficial, quizá nunca más ostensible.
Gracias al operativo de los acordeones.
Hay múltiples pruebas documentales, contratos, cheques, videos de brigadistas y acarreos.
Pero el INE y el Tribunal Electoral las desecharon al dejar la carga de la comprobación a los denunciantes, como si el pulso hubiera sido entre iguales.
Los indicios eran atronadoramente sólidos, cabía anular la elección que tanto presume Lenia Batres (estudios matemáticos calcularon que la probabilidad de que ganaran sin trampas los nueve ganadores que aparecieron en prácticamente todos los acordeones era de una en 7.2 mil millones).
El Tribunal Electoral, sin embargo, se burló de eso.