Límites
En los últimos 15 años hemos presenciado una creciente búsqueda por romper límites.
Dicho de otro modo, los arreglos que teníamos, sociales, económicos y políticos, dejaron de ser atractivos o aceptables para un número relevante de personas, que empezaron a presionar diferentes puntos de esos arreglos.
Esos son los límites que se están rompiendo.
El fenómeno es global, pero empiezo por México.
No hay duda de que el grupo encabezado por López Obrador deseaba romper el arreglo que estaba en proceso de consolidación, empezando por la cancelación del aeropuerto, para enfatizar el poder del líder, pero también para cancelar la visión de futuro, se fueron enfrentando todos los límites.
No hubo resistencia relevante, salvo en la derrota de la elección intermedia, y desde entonces López concentró todo su esfuerzo en derrumbar los últimos obstáculos.
Hizo uso de toda la fuerza (y presupuesto) del Estado, e incluso de los Estados alternativos (crimen organizado, pues).
Lo logró, su sucesora ha aceptado terminar la destrucción, y desde ayer ya no tenemos defensa (legal) alguna frente al poder de ese grupo.
El cambio de perspectiva social que provocó la presión sobre los límites fue la Gran Conexión: la creación de las redes sociales modernas (2006) y la invención del teléfono inteligente (2007).
El estallido, sin embargo, lo provocó la Gran Recesión (2009), a partir de entonces, crece en Occidente la idea de que los arreglos en vigor son dañinos para la gente.
El elemento central es la idea de que la única relación posible entre seres humanos es una relación de poder, en donde alguien abusa de otro.
La idea es vieja, pero el cambio de perspectiva la hizo vigente: se abusa por color de piel, por género, por orientación sexual, por colonialismo.
Se busca entonces la venganza.
El enemigo no puede ser otro que el hombre blanco, el movimiento surge en Estados Unidos, pero se extiende rápidamente, gracias a la Gran Conexión.
Los hombres blancos buscan defenderse, y se agrupan alrededor de viejas creencias (religiosas, nativistas, a veces francamente racistas), y detrás de un líder insospechado: Donald Trump.
En su primera presidencia, Trump no es capaz de entregar, pero justo al cierre, se enfrenta frontalmente a los límites, y organiza una rebelión contra el Capitolio, a partir de entonces, es un dirigente distinto.
Ahora, como López en México, enfrenta todos los límites que puede, y la resistencia que ha encontrado no es muy diferente de la que vimos acá.
Poco a poco impone su voluntad.
La confusión creada por la Gran Recesión fue aprovechada desde su inicio por Putin, el gran propagandista.
Aprovechando la Gran Conexión, ha creado un sistema de desinformación que le permitió impulsar a Trump en las dos elecciones, que le sirve para legitimar sus ataques a Ucrania (2014, 2022), y que es su principal aporte en la coalición de totalitarismos: Rusia, China e Irán.
Como hace poco más de cien años, con los Protocolos, es de ahí de donde surge el “genocidio”.
Netanyahu ha empezado a probar los límites.
Se enfrentó al mismo tiempo con todos los instrumentos iraníes, incluso bombardeando ese país.
La resistencia apareció cuando lo hizo con Qatar.
Trump lo ha obligado a pedir disculpas, pero a cambio le ofreció un plan de paz que es ya el límite que enfrenta Hamas, y que debe responder hoy.
Regreso a Putin, que mide los límites europeos, con invasiones aéreas (drones) en Polonia, Estonia, Dinamarca.
Los gobiernos del continente, por su parte, tendrán que probar el límite de sus políticas: menos bienestar, más defensa.
Finalmente, tenemos el proceso tecnológico (IA), que está llevando al límite el abasto energético, al mismo tiempo que ha creado una burbuja financiera extraordinaria.
El arreglo global ha desaparecido, aunque queden por ahí organismos creados entonces, hoy inanes.