Los acantilados del mañana
La infamia de someter al pueblo a una zona de exclusión, a la vista de la comunidad internacional, excepto al ignorante protestante de los Estados Unidos de América y al pediche de Argentina, sometido a la voluntad de Washington.
Todo el cerco informativo, de evitar mostrar las formas criminales de los soldados hebreos, en contra de sus medios hermanos, llamemos a cada detalle por el nombre.
Hijos de Abraham, nada piadosos, llevan la penitencia de la tradición, hieren a la humanidad con el celo fariseo de ser el pueblo elegido del supuesto Dios.
Hamas, la organización política ultraconservadora, no representa a los Palestinos, sino a una facción de revoltosos, concedemos la razón de consignarlos al tribunal de La Haya, por delitos de lesa humanidad.
De igual forma al infame Benjamín Netanyahu, Primer ministro de Israel, ambas partes han regresado a la edad de piedra, de la ley del talión, trastornados, sedientos de derramar sangre, impíos carentes de razón, inteligencia y piedad.
Si el anciano presidente norteamericano decide continuar apoyando al movimiento sionista, debe entender el riesgo de actos contra los ciudadanos norteamericanos.
Sembrar la paz es salir del acantilado del mañana, clausurar la probabilidad de una guerra infinita, aproximarse al apocalipsis nuclear, así de grave es el tema, vale la pena presionar a nuestras misiones, consulados, embajadores y al presidente Sheinbaum, por el bien de esta generación, de ser sobrevivientes a romperse en mil pedazos, de los asesinos múltiples bajo el mandato deicida.