Mi vieja credencial de elector

En esos 43 años transcurridos desde mi primera credencial de elector hasta la actual, no es sólo la forma, la utilidad y la seguridad de la credencial lo que ha cambiado.  
PRESIONA YEscucha

Como suele suceder en estos casos, al buscar entre mis documentos personales un papel, encontré otro del cual ya ni me acordaba:

Mi vieja credencial de elector, la primera que tuve al cumplir mis tiernos 18 años. 

La pongo en mis manos y me llena de nostalgia.

Recuerdo la emoción que sentí entonces al contar con el documento que me acreditaba como ciudadano: un sentimiento equivalente al paso de la adolescencia a la hombría. 

Al instante, otro rayo me cruzó: ¡la voy a volver a usar! Sí, tal cual viene, por ejemplo, sin foto ni mayor protección que la del papel similar al de cheques y pagarés y ninguna salvaguarda. 

¿Por qué la voy a usar de nuevo?

Las propuestas de reformas a la legislación electoral enviadas por el presidente López Obrador, “reforma electoral” que considero un “huracán electoral” por su elevado poder destructivo, al devolver el manejo de las elecciones al ámbito del gobierno, apuntan hacia la degradación de la seguridad y confiabilidad en el manejo de las elecciones y a la depreciación de los documentos de identificación. 

Entre mi vieja credencial de elector y la que porto hoy, expedida por el Instituto Nacional Electoral, hay un abismo de diferencia que tiene una razón de ser: se refleja en esa pequeña credencial de plástico ultra protegida contra alteraciones y fraudes, el largo y tortuoso avance de la legislación y la cultura electoral en México, una lucha ciudadana que nos ha colocado entre los países con elecciones más seguras en el mundo. 

No hay más que leer a académicos, columnistas y la opinión de la Comisión Venecia (de El Consejo de Europa) en donde establece su análisis sobre las reformas a 17 artículos constitucionales propuestas por el presidente López Obrador, para darse cuenta de la profundidad e irracionalidad de ese intento de liquidar el sistema electoral actual (INE incluido) para, de sus ruinas, construir uno nuevo bajo su control absoluto. 

Pero vuelvo a mi primera credencial de elector. Nada más consideren esto, por favor: 

  1. Fue expedida el 28 de abril de 1979 por el Registro Nacional de Electores dependiente de la Comisión Federal Electora, a su vez dependiente de la Secretaría de Gobernación. En esa época, las elecciones las realizaba dicha Comisión gubernamental y las revisaba el Congreso de la Unión (de mayoría priista) erigido en Colegio Electoral. Actualmente, el Registro Federal de Electores es parte de la estructura autónoma del INE, quien revisa el cómputo. Otros órganos autónomos, el Tribunal de Justicia Electoral de la Federación y los Tribunales Electorales estatales, conocen y resuelven las disputas judiciales electorales. 
  2. La firma y la huella digital, datos de nacimiento, ocupación (estudiante) y domicilio en la Ciudad de México y la pregunta sobre si sabía leer, eran lo único que se asentaban en la boleta. No llevaba fotografía, te acreditabas en la casilla con la credencial que tuvieras a la mano. Si, así era mi vieja credencial para votar. La veo hoy muy vulnerable a alteraciones y usos fraudulentos. Nada, absolutamente nada que ver con la credencial de elector del INE y sus protocolos de seguridad. Según recuerdo, no servía para otra cosa que no fuera ir a votar. 
  3. Al reverso, en una columna se enlistaban los años de las elecciones federales (desde 1967 hasta 1991); en otra más, se registraban las estatales y municipales. Un sello pequeño daba cuenta de las votaciones, pero no era difícil de borrar. En esa época, los fraudes electorales se hacían no tanto con las credenciales, sino directamente en las urnas: robadas, rellenadas, manipuladas en el conteo, etcétera. 
En esos 43 años transcurridos desde mi primera credencial de elector hasta la actual, no es sólo la forma, la utilidad y la seguridad de la credencial lo que ha cambiado.  

Lenta y penosamente, con el trabajo y las vidas de muchos mexicanos valientes, se construyó un sistema electoral independiente del gobierno, con un IFE/INE sólido y profesional y los tribunales electorales, con base en un sistema mixto de representación directa y proporcional y que sirve como dique a las pasiones y barbaridades de los partidos políticos y al autoritarismo.  

¿Se va a borrar lo construido para poner en su lugar un sistema electoral bajo el cual ya vivimos una vez, controlado por el gobierno y por un partido dominante? 

Conservo con cariño nostálgico mi vieja credencial de elector; nunca imaginé que volvería a usarla al retroceder cuatro décadas las elecciones en México. 

Digo no al huracán electoral. Defendamos al INE.  

Rogelio Ríos Herrán

Egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (1981)  y desde 1994 se ligó a los medios de comunicación como comentarista y productor en Radio Nuevo León y la televisión pública y colaborador y columnista en periódicos en Nuevo León y Arizona y Georgia, en Estados Unidos. Durante más de 18 años se desempeñó como editor de opinión en el periódico El Norte (Grupo Reforma), en donde además durante 15 años fue un editorialista regular con análisis sobre coyuntura de política internacional, Estados Unidos y asuntos mexicanos. Desde 2019 y hasta 2021 colaboró en Grupo Visión de Atlanta, Georgia, y condujo el programa radial Un Café Con Atlanta.