Preguntas
¿Cuántas veces ha visto usted salir a la señora Sheinbaum de Palacio Nacional?
¿Cuántas veces ha salido Clara Brugada del palacio de gobierno de la Ciudad de México, después del asesinato de dos de sus colaboradores más cercanos?
¿En cuántas ocasiones ha visto usted algún jefe de Estado sin personal de seguridad a su espalda?
¿Recuerda haber visto un presidente de México en ese caso?
¿Cuándo ha visto que haya contacto físico de un “espontáneo” con un jefe de Estado?
¿Recuerda lo que ocurrió con esos “espontáneos”?
¿En alguna ocasión ha visto que se le acerque al “espontáneo” un fotógrafo para retirarlo con amabilidad? Según dijeron, el agresor fue detenido después por la policía de la ciudad.
¿No se trata de un evento de seguridad nacional?, ¿no debería el cuerpo que heredó ese trabajo del Estado Mayor Presidencial haberlo puesto en custodia inmediata?
En ocasiones anteriores, la reacción de la señora a personas que la tocan ha sido severa, y en ningún caso se había tratado de este tipo de acoso.
La reacción a éste, ¿es de sonrisas?, ¿es para decir “no te preocupes”?, ¿no es lo natural el asco, el rechazo, incluso la respuesta violenta?
Si, derivado de esas preguntas, uno concluye que se trató de un montaje, hay que preguntar, ¿era necesario humillar a la presidenta para distraer a la atención pública?, ¿se seleccionó ese evento porque generaría una respuesta inmediata de apoyo?, ¿la mejor forma de victimizar a la presidenta era un tocamiento por parte de un extraño?, ¿no hay límite para la victimización?
¿O se trataba de dejar claro que cualquiera en México está expuesto a una agresión?
¿Era para descalificar, de forma implícita, los tres círculos de protección?, ¿se quiso equiparar con los recientes asesinatos de líderes locales?
Tal vez las respuestas lleven en la dirección de un evento fortuito, no un montaje mediático.
Si es así, ¿siempre corre esos riesgos la presidenta?, ¿sale con frecuencia a saludar a jóvenes?, ¿o se trató ahora de fingir una cercanía con un grupo que la tiene preocupada, y que se conoce como “Generación Z”?
¿Nadie le cuida las espaldas? En sentido figurado ya sabemos que no, pero en sentido estricto, las imágenes muestran que tampoco.
El asunto es grave.
Si el equipo presidencial hizo un montaje, humillando la imagen presidencial y a la persona misma, hablamos de un equipo sin escrúpulos, sin límites, que se regodea en la mentira y el engaño. Siete años de experiencia con ese equipo le da verosimilitud a esta posibilidad.
Pero eso comprobaría que la máxima posición política del país no es confiable, por lo tanto, su legitimidad desaparece, no es extraño que haya líderes que engañan a sus seguidores, y a la población en su conjunto, pocas veces han sobrevivido mucho tiempo a ello.
Si no hubo un montaje, además de tener que obtener respuestas razonables a las preguntas que anteceden, hay que aclarar quién es responsable de la seguridad presidencial, y hay que aclarar por qué la jefa de Gobierno de la ciudad tiene miedo y la presidenta no.
Y habrá que considerar bajo qué esquemas de seguridad ocurren las giras presidenciales.
El asesinato de Carlos Manzo, lo decíamos ya, es una tragedia personal y nacional.
El evento sobre el que preguntamos hoy amplía el sentido de la tragedia.
A la evidente falta de control territorial en parte del territorio se le ha sumado el centro de la Ciudad de México, y la figura presidencial.
O se ha perdido todo el territorio o se ha perdido la vergüenza.
