Luces y sombras del siglo XXI
1.
Las respuestas revelan rasgos de nuestra personalidad.
Con frecuencia, las personas más religiosas dicen que en tiempos de Nuestro Señor Jesucristo, para conocer su impactante personalidad; un filósofo aristotélico preferiría la Edad Media, y así poderconversar con Tomás de Aquino; y una artista optó por el Renacimiento, yestar al lado de Leonardo da Vinci en la ejecución de sus obras.
2.
Ejercicio semejante puede hacerse con un análisis de la actualidad, y preguntarnos cuáles son las luces y sombras del siglo XXI, aunque apenas nos encontremos en su cuarta parte.
Son muchas las primeras: el internet; los avances tecnológicos; la conectividad global; los descubrimientos en la medicina; la mayor conciencia social sobre el respeto y promoción de los derechos humanos; la inclusión y sostenibilidad; el empoderamiento de grupos antes silenciados; iniciativas en favor del medio ambiente; y una creciente responsabilidad para respetar las opiniones diferentes.
3.
Particular bendición en este siglo fue la gestión del Papa Francisco al frente de la Iglesia Católica.
Pese a no lograr la consolidación de los cambios que él deseaba -prefirió contar con el respaldo de todos los fieles antes de indicar modificaciones estructurales desde su posición de poder- abrió las puertas y ventanas de una institución que tiende a cerrarse en sí misma, y se situó como uno de los principales referentes de la misericordia, el diálogo y la inclusión.
Va ser muy difícil que no se continúe con su legado, y León XIV va en esa dirección.
4.
Pero no faltan las sombras: el acelere de la vida actual; la ansiedad, depresión y aislamiento social, que afectan la salud mental; desigualdad en el acceso a la tecnología; facilidad para difundir rápidamente información falsa; el impacto en el medio ambiente del consumismo y la explotación de los recursos naturales; las amenazas a la privacidad y la seguridad personal por el mal uso de las redes sociales; la gran polarización social por discursos de odio; la normalización de la violencia por el crecimiento del crimen organizado.
5.
Hay muchos otros elementos que son ambivalentes.
Detengámonos en uno: la pandemia del COVID-19.
Obvio que su aparición nubló nuestras vidas, con millones de muertes en el mundo entero, y afectaciones de todo tipo, hasta la llegada de las salvadoras vacunas.
Pero, resilentes, aprovechamos la tragedia para ser más sensibles y cariñosos, aunque fuera a distancia, y en el terreno educativo sacamos toda nuestra creatividad e innovación al no solo mantener los programas escolares, sino para explorar nuevas formas de aprendizaje.
6.
Pero la penumbra más oscura, junto a interminables guerras que ni siquiera respetan la vida de los niños, es el surgimiento de liderazgos basados en mentiras, amenazas y groserías, con Donald Trump a la cabeza.
Su discurso del pasado martes en la ONU -tenía asignados 15 minutos y habló cerca de una hora- propone un nuevo mundo que ojalá nos neguemos a reconocer.
Afirmó que el cambio climático es la mayor estafa de la historia y se autoproclamó premio Nobel de la Paz.
No extrañan sus palabras, lo raro es que hay quien le aplaude por ellas.
Vergonzoso.
7. Cierre icónico.
Platiqué con Mauricio Fernández solo dos veces.
La primera en una entrevista durante la campaña por la gubernatura de nuestro estado en 2003, que terminó perdiendo.
Pese a que me lo habían referido como un ave de tempestades, excéntrico, disruptivo, lo encontré más bien sencillo y profundo en sus comentarios.
Hace meses coincidimos en una boda, y muy amablemente me invitó a conocer La Milarca -le dije que no la había visitado-.
No fue posible, pero espero hacerlo pronto, aunque él ya no me acompañe en el recorrido.