"Se nos preguntará como si fuéramos una república de idiotas", José Woldenberg
Una de las características del populismo es su estrategia de destruir o capturar las instituciones de la democracia.
Es una regla que prácticamente no admite excepciones.
Ha sucedido en Venezuela, Perú, Bolivia, Europa y en muchos países.
¿Por qué? Porque el populismo no admite competencia, ni contrapesos, ni poderes autónomos.
Quiere todo el poder, y lo quiere ahora.
SE PARECE MUCHO AL FASCISMO Y AL COMUNISMO.
Desde que tomó posesión López Obrador, e incluso desde antes, se ha dedicado a destruir, cooptar, capturar o debilitar a las instituciones de la transición democrática.
Ejemplos hay de sobra: desde la mayoría en la Cámara de Diputados mediante compras y anexiones, hasta el asalto a la CNDH, la anexión de la Fiscalía General de la República, pasando por el acoso al INE y, ahora, la captura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que era prácticamente el último bastión que quedaba de la división y la autonomía de los poderes de la Unión.
La prueba de fuego para la Corte fue la iniciativa de consulta que mandó el presidente (para la revisión de constitucionalidad) al máximo tribunal.
Todo el mundo con un mínimo conocimiento de las leyes suponía que la Corte se iba a pronunciar contra la consulta por su evidente inconstitucionalidad, como lo dejó ver el ministro ponente Luis María Aguilar, que llamó a la iniciativa del presidente “concierto de inconstitucionalidades”.
Sin embargo, y para sorpresa de la opinión pública y del mundo de la jurisprudencia, una mayoría de ministros (6 de 11) optó por apoyar la constitucionalidad de la consulta.
Lo hizo para quedar bien con el presidente, pero con tan mala conciencia, que inmediatamente después de aprobar el desaguisado, cambió los términos de la pregunta, quedando mal con Dios y con el diablo.
El ministro presidente Arturo Zaldívar quiso explicar así su atropello: admite de entrada que la pregunta es genérica, “y se trataba de que fuera genérica para que no estuviera determinada hacia una persona o personas específicas.
Debemos insistir en que se presentó una solicitud de consulta con una pregunta, se determinó que la materia era constitucional y se reformuló la pregunta”.
Pero el problema es que la pregunta era inconstitucional precisamente porque acusaba a personas concretas (los expresidentes) sin aportar las pruebas de esas acusaciones (también genéricas) y sin seguir el procedimiento constitucional y legal de acudir al ministerio público cuando se tiene conocimiento de un delito.
De hecho, se pasaba por el arco del triunfo el principio de la presunción de inocencia y prácticamente todos los elementos del debido proceso.
De ahí que aprobar como constitucional tal “materia” era una evidente burrada y un atropello, cometido no por el policía de la esquina, sino por el máximo tribunal de justicia del país, el garante de la Constitución.
En una palabra, ponía a votación si se aplicaba o no la ley.
Véase lo que opina José Woldenberg sobre esta reformulación de la Corte:
“La nueva pregunta (es) incomprensible, grilla, ilógica, tonta hasta niveles indecibles, es una bola de humo, es decir, inasible. Se nos preguntará como si fuéramos una república de idiotas.
No se sabe a quienes alude, ni establece un periodo específico de tiempo, no se dice quién será el encargado del “esclarecimiento”, ni quiénes son los “actores políticos” o qué tipo de “decisiones políticas” deben ser esclarecidas.
Total, un batiburrillo bueno para que cada quien entienda lo que quiera y le dé el uso político que le convenga.
Penoso viniendo del máximo tribunal”. Penoso es un adjetivo demasiado benévolo. Yo digo que es aberrante.
LA CORTE YA NO ES UN PODER AUTÓNOMO, SINO SOMETIDO.
Ahora bien, la votación dejó en claro que la Corte ya no es un poder autónomo, sino uno sometido.
Desde fuera se le presiona, se le amenaza, se le intimida, se le dice cómo debe conducirse.
Hay –como lo advirtió Aguilar Camín- un bloque de 4 ministros que es la garantía de que las acciones de inconstitucionalidad contra leyes y decretos del presidente no pasarán (pues se necesitan al menos 8 votos para echar abajo cualquiera de estas determinaciones).
Así, el presidente López Obrador tiene a sus órdenes, directamente, no sólo al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo, sino ahora también al Poder Judicial de la Federación.
Tiene sometidos, asustados o acorralados a los gobernadores de oposición.
Amenaza todos los días a periodistas y medios independientes.
LA UIF ES UN SICARO AL SERVICIO DE AMLO.
Tiene en Santiago Nieto a un sicario de las cuentas congeladas, por si algún empresario se pone al brinco.
Si esto no se parece a una dictadura, le falta poco.
¿Y todo ese poder, para qué lo quiere? Hasta donde puede verse, para seguir construyendo sus delirios de grandeza histórica al tiempo que, en realidad, se destruye y desmantela el país.
Y eso no sólo lo vemos los mexicanos, también en el extranjero.
ghirales45@hotmail.com
Gustavo Adolfo Hirales Morán fue uno de los fundadores de la “Liga Comunista 23 de Septiembre”.
