Todo se acaba
Está hecho, la República ha llegado a su fin.
En la sesión del Tribunal Electoral para calificar la elección del nuevo Poder Judicial, los tres magistrados que validaron el golpe de Estado de hace un año, que terminó con la democracia, han ahora destruido la división de poderes. La presidenta, Mónica Soto, y los dos Felipes, cargarán con eterno oprobio, aunque eso no parece importarles mucho.
Todo el proceso rumbo a la elección de 2024 fue ilegítimo e ilegal, abundaron las quejas y reclamos al TEPJF por la intervención del entonces presidente, por la aparición de miles de espectaculares con la imagen de Sheinbaum, por el uso de recursos públicos, por la participación de los Siervos de la Nación, pero nada se hizo.
Con la connivencia de seis consejeros del INE, encabezados por Guadalupe Taddei, se respaldó una elección desequilibrada a favor del grupo en el poder.
Es posible que Sheinbaum hubiese ganado sin todas estas anomalías (trampas, para ser más claro), gracias al uso del dinero público para fingir una economía en crecimiento y aparentar un ingreso insostenible para millones de mexicanos, que es lo que hacen pasar ahora por reducción de pobreza.
López Obrador invirtió siete billones de pesos para mantenerse en el poder.
Pero las trampas mencionadas sin duda ampliaron la ventaja frente a una oposición débil, mezquina, incapaz de presentar un frente común, pero no era suficiente para terminar la destrucción.
No bastaron los billones mencionados, así que hubo que torturar la ley para darle al grupo la representación que los ciudadanos le habían negado. Con cerca de 55% de los votos, les asignaron 75% de los diputados, y eso lo validaron los magistrados del TEPJF.
La mayoría calificada en el Senado la obtuvieron con chantajes, extorsión y traiciones.
Es así que Morena y aliados tienen la posibilidad de reescribir la Constitución, en contra de lo que ella misma decía.
Insisto en que se trata de un golpe de Estado, promovido por López Obrador; ejecutado por siete consejeros del INE, tres magistrados del TEPJF, y cuatro ministros de la Corte, las tres que mantienen su cargo, y el pusilánime que pronto será cónsul, y aceptado y validado por Sheinbaum y todo el grupo que hoy continúa con la destrucción del país.
El magistrado Reyes Rodríguez Mondragón sostuvo, en la sesión del Tribunal que referimos, la evidencia que permitía anular la elección del nuevo Poder Judicial. Fue respaldado por la magistrada Janine Otálora.
Pruebas contundentes, que ya habían hecho públicas especialistas como Javier Aparicio o el exministro Cossío, fue tan clara la inducción al voto que no quedó a la presidenta y sus alfiles otra cosa que no fuera decir simplemente: ¿y qué?
Como ha ocurrido con todo litigio electoral desde 2022, no hay pruebas que valgan, no hay evidencia que alcance.
El grupo en el poder ha violado consistentemente las leyes y la Constitución, que ahora, insisto, pueden modificar a su antojo, por eso afirmo que su estancia en el poder es ilegal e ilegítima, y es entonces producto de un golpe de Estado. Palaciego, si se quiere, pero golpe a fin de cuentas.
Pero todo se acaba.
En Bolivia y Venezuela, gobiernos similares (en ideología, voracidad e ilegalidad), están llegando a su fin dos décadas después. En el camino, empobrecieron a su gente como pocas veces en la historia. Pero todo se acaba.
En ambos países, la presión interna y externa finalmente están funcionando, después de esas dos décadas de sufrimiento y sacrificios.
No va a ocurrir de milagro, ni vendrá sólo de fuera la solución. Los pueblos, dice un dicho, tienen el gobierno que merecen.
Hoy, inmerecida, ilegal e ilegítimamente, se ha instalado un grupo excluyente, indisciplinado, voraz e incompetente en el poder.