Ukela fregada...

En México todo se aplaude.

Me refiero a espectáculos (artes escénicas) pero también a eventos tales como exposiciones de pintura, escultura, presentaciones de libros, conferencias (ahora todas son llamadas magistrales y por zoom), películas, mesas de discusión, programas televisivos…

No hemos avanzado gran cosa en cuanto a pensamiento crítico relacionado a las artes o a las cuestiones culturales; sí lo hemos hecho cuando se trata de evaluar a los gobernantes, ahí hasta me parece que llevamos liderazgo mundial. 

Es curioso, tampoco somos críticos, nos falta la fase final de la crítica, es decir realizar una acción, cuando nos referimos a empresas que francamente abusan de su disfrazada no ¨monopoleidad¨ y nos tratan como lo que –para ellas- somos: sus clientes cautivos inofensivos y cometen todo tipo de arbitrariedades e injusticias y la Profeco es incapaz de restituir los daños.

Ustedes saben a qué empresas me refiero.

Hablando de cultura y artes, la crítica es la gran ausente, ya hace varias décadas que se gozaba de algunos críticos especializados en teatro, música, pintura, escultura, cine, ópera, literatura; los medios impresos se interesaban en publicar el ensayo crítico incluso algunos electrónicos fomentaban la crítica.

Recuerdo que desde “Ecos Artísticos” (programa de CEMPAE TV. Canal 8) Rosaura Barahona se quejaba “aquí todo se aplaude”, y tenía razón, pero desde entonces no hemos avanzado un ápice.

Ignoramos que las artes NO pueden avanzar sin la presencia de la crítica; es impensable un progreso de las artes sin la retroalimentación adecuada a los creadores, lo mismo le sucede a los públicos de las artes, no se diga a los promotores, gestores y difusores de los fenómenos artísticos y culturales.

Ante la patente ausencia de la crítica surgen extraños comportamientos: cualquier actriz se siente la Bernhardt y el actor de moda un Lawrence Olivier cualquiera; los pintores adoptan actitud de Picassos, por supuesto que los escultores son superiores a Rodin; a los escritores, el Nóbel se les hace chico y “mercantilista”. 
Si sabe usted apretar un botón ya superó a Muybridge y se convierte en “fotógrafo artístico”; según ellos, los músicos por mucho han logrado cimas más altas que Mozart, Mahler y compañía.

Los coreógrafos han dejado atrás a Balanchine, Graham y demás pléyade de autores e intérpretes; nuestros cineastas desconfían profundamente de Hollywood. Lars von Trier y Fellini son unos decadentes, ¿Ingmar Bergman?, ni se diga.

Y podemos seguir así con todo tipo de expresiones y “nuevas expresiones” que pululan por la oferta artística y cultural.

Existe una pobreza aún peor, derivada de la falta de crítica: la casi total ausencia de AUTOCRÍTICA. Pocos, muy pocos creadores la practican; pareciera que en ellos no existe una instancia mental que les lleve a cuestionarse, así sea ligeramente: ¿estaré bien? 
Hasta se duda que tengan amigos o familiares que les quieran y que, al menos, siembren dudas acerca de lo creado. 

Ante esta falta de retroalimentación mínima, se da por descontado el factor calidad y siguen adelante ensimismados en un cada vez más potente ego sin dar cabida al menor dejo de humildad.

Cuando elogiamos todo, cuando hacemos tábula rasa de los productos de la creación, cuando nos dejamos llevar por sentimentalismos ajenos a las obras de arte, estamos ayudando al estancamiento de nuestros creadores, estamos contribuyendo a que vivamos en una torre de marfil alejados de la realidad.

Sin pensamiento crítico, una sociedad lo único que puede hacer es retroceder y jamás logrará avanzar. 
Es por ello que un imperativo de nuestros días es hablar con honestidad a nuestros creadores; seguramente heriremos sensibilidades pero, créanme, los verdaderos artistas lo agradecerán ya que sabrán aquilatar las bondades de una buena retroalimentación.

Si hay que aplaudir, hagámoslo con fuerza; si hay que abuchear hagámoslo sin temor. México y sus artistas nos lo agradecerán.

Jorge García Murillo

Director del Centro de las Artes de Nuevo León. Fue director del Museo de Monterrey de Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y es asesor acreditado nacionalmente en la materia.