¿Un remedio radical para el enanismo legislativo en NL?
Omito de entrada el “supuesto” para quedarme con la afirmación.
el enanismo de la 77 legislatura local —como la definió el proverbial José Jaime Ruiz— no tiene cura.
¿Entonces? Cambiemos de paradigma, tomemos el modelo de “poliarquía” de Robert Dahl.
La ventaja de este sabio de Yale estriba en que sus tesis pueden servirnos, además, como manual de operaciones. Compras un libro de teoría política de Robert Dahl y adquieres un instructivo de uso por el mismo precio: dos por uno.
Siguiendo a Dahl —quien prefería hablar de poliarquía, que es lo real, en vez de democracia, que es lo ideal—, primero conviene suprimir a todos los diputados que no sean electos directamente.
O, en su lugar, cambiemos el modelo vigente por primeras minorías (es decir, donde el segundo lugar en cada distrito gane un escaño). Dicho en buen español: fuera las bancadas satélite, o más bien, apéndices de las más grandes.
Segundo, quitemos los fondos públicos a los partidos en Nuevo León cuando no sea temporada electoral.
Tercero, hagamos primarias obligatorias (elecciones internas) para obtener candidaturas en cada partido local.
Se trata de equilibrar la representación territorial con la pluralidad partidista, y de materializar un concepto del que Dahl fue pionero: el modelo incluyente, en vez del elitismo partidista, que es excluyente.
“Estas propuestas están destinadas a guardarse junto con las 780 iniciativas sin dictaminar”, me dice sonriente el diputado local. Muy válida su burla y escarnio.
Y puede que tenga razón, o puede que no; algunas de estas ideas, con sus respectivos ajustes, las tomará la comisión presidencial para diseñar la reforma electoral en México.
Y si ese fuese el caso, la legislación correspondiente en nuestro estado tendría que alinearse constitucionalmente al modelo federal.