Vamos a la CONASUPO
A dos calles de casa el expendio. Los precios subsidiados en la canasta básica. Nobleza para quienes apenas estiraban el gasto. En las penumbras de los pasillos, las mercancías genéricas. Producción nacional.
Nada premium o de gama alta. La despensa para llevar algo a la boca. La salida de la pobreza alimentaria. Se importó, desde la ex URSS, leche con residuos de radiación. Todo escándalo. Mientras tanto, Jorge Díaz Serrano, ex director de PEMEX, aguantaba en prisión por enriquecimiento inexplicable.
La CONASUPO volvió ricos a todo el primer circulo del presidente. Nutrió las venas colapsadas de la corrupción priista. Los desvíos a campañas políticas. Sacaron los pesos de quienes poco tenían por ofrecer.
Subsistencias Populares incluyó enceres descompuestos, alimentos imposibles de procesar y ganancias no aclaradas.
En el radio de CONASUPO, los niños soñábamos con ejercer la autosuficiencia financiera. Colaborar como paquetero, no solo en las vacaciones, sino por la tarde.
Nuestro gerente, Venancio, el español casado con la mexicana, siempre refunfuñaba con los horarios seguidos. Tomar siesta debía ser obligatorio. Con estos calores te puede dar un soponcio.
Bonito te vas a ver privado en la banqueta tirado. Llamando a la Cruz Roja para reanimarte.
CONASUPO, la tienda del rumbo le permitió a Felipe, el hijo de la enfermera, ir hasta casa y entregarle cepillo para cabello, espejo y unos broches para regalar a mi pretendida hermana de 10 años.
Seguridad Alimentaria Mexicana, como ahora le llaman a esas pocas tiendas rurales y urbanas, no ha parado de sanar de los viejos hábitos, incluyendo a MORENA en la presidencia.