Yo soy tu amigo fiel
Indistinguible. El parecido de los hijos del presidencialismo.
Todos son iguales.
Díaz Ordaz, con Gustavito, dirigió todo movimiento rockanrolero. A sabiendas de su padre. Al grado de pasear conThe Doors en la ciudad de México.
El orgullo del nepotismo, López Portillo, le dio todo a su hijo.
Enrique de la Madrid, hijo de Miguel, sueña con la renovación moral, millonario ya nació.
Salinas, el gran mago del neoliberalismo, olvidó todo. Hasta a su primera esposa. Menos a sus tres hijos. Ellos hicieron del Caso Nxivm, su manera de servilismo sexual entre la casta de los empresarios.
De la familia Zedillo, uno de los guaruras de los hijos, asesinó durante un evento de U2, a uno de los cuidadores de la banda irlandesa. Los músicos salieron asustados y prometieron no regresar al país.
Fox adoptó a los suyos y a los de Martha Sahagún, los premió con prebendas de PEMEX.
Calderón vistió a los menores de generales. Los paseos por los campos militares. Les enseñó a imponer sus caprichos a la ayudantía.
Peña Nieto vivió la farsa de una familia extendida. Eso si. Hasta peinadores, influencers y toda la granja de bots los siguieron en sus viajes en el avión presidencial.
Nuestra santidad, Andrés Manuel, un día si y otro también, acusa de diferenciación con los anteriores regímenes autoritarios.
Tiene razón. Andrés López Beltrán, su hijo mayor, la jactancia del dolor de la perdida, no se ha enriquecido como los anteriores herederos.
La casa prestada en Houston o la de la ciudad de México, no es para nada un paraíso en Punta Diamante o en los Hamptons.
López Beltrán amedrenta en plena calle a unos reporteros. Los corre de la vía pública. Comete el error de la arrogancia. De la impunidad y del agravio. Su agresividad demuestra el carácter flemático de su padre.