¡Adieu, mon ami!
No le pedí permiso para publicarla, pero ni falta que hace, porque es mi amigo y sé que estará contento de ver su emotiva carta de despedida como parte de éste artículo mío.
Les platico: a esta mesa en casa de Andy se han sentado muchos y muy buenos amigos.
En esta foto aparece a la izquierda Daniel Butruille -que hoy se nos adelantó- atrás Martín Pérez Cerda y a la derecha Manuel Yarto, quienes se nos fueron también hace bien poco tiempo.
Quise escribir algo como homenaje póstumo al gran hombre que fue Daniel, pero me quité el sombrero ante lo que le he leído a mi querido Andy, al despedirse de nuestro mutuo amigo.
Entonces, sin más preámbulo, va la carta y al final, me despediré con mi Kalifa en su CAJÓN DE SASTRE.
Por Andrés Meza
La muerte de un amigo siempre deja un dolor fraternal. La partida de Daniel Butruille provoca eso, una aflicción profunda.
Danny boy, como solía llamarlo de cariño, emigró de Francia hacia Canadá, luego a Estados Unidos para finalmente establecerse en Monterrey, junto a su esposa.
No solo era Doctor en Química y especialista en Procesos, también era conocedor de los problemas intestinales de Nuevo León y un hombre de armas tomar.
Su valentía y compromiso social no le permitió quedarse con los brazos cruzados; fundó Ciudadanos contra la Corrupción y Evolución Mexicana, además, fue un editorialista consuetudinario y un crítico acérrimo del sistema.
Su análisis de filigrana e inflexible disciplina para escribir en Monitor Político durante cinco años fue admirable.
Ángel Quintanilla, director del medio digital, fue quien descubrió su talento editorial e instó a que escribiera.
Con el mismo espíritu que los franceses revolucionarios tomaron la Bastilla en 1789, Daniel empuñó su computadora para denunciar los desvaríos y desvíos del gobierno. No tenía en su léxico palabrotas para mentarle la madre a los corruptos y a los burócratas fétidos, él los señalaba con garbo y palabras esbeltas.
Pero Butruille no sólo empuñaba ideas afiladas, conocía los pliegues del buen vivir. Compartimos el pan y el vino en innumerables ocasiones.
Como buen galo, estaba versado en los taninos y demás virtudes de los caldos rojos.
Elegante y conocedor de las reglas de urbanidad, nunca llegó a casa con las manos vacías; religiosamente, portó un par de botellas Bordeaux o Beaujolais.
También sabía reconocer el buen pan. Una vez me preguntó asombrado que de dónde era la baguette o quién había hecho el pan porque estaba crujiente y por dentro tenía las burbujas perfectas, le recordaban a la panadería francesa.
“Es de la Sorianita de Vasconcelos y Humberto Lobo”, le dije (antes ahí tenían buen pan, ya no, ahora las buenas baguettes están en el HEB de Gómez Morín y en Bread -perdón por el comercial).
"Sabe y huele a Francia", comentó, mientras saboreaba la baguette. Tenía sus papilas gustativas muy atentas, tanto, como su inteligencia y capacidad de adaptación a los cambios.
Descanse en paz el franco-mexicano que defendió a México y a Nuevo León con la bandera de la liberté, égalité et fraternité.
CAJÓN DE SASTRE
"Querido Andrés, qué hermosa manera de despedir a un amigo. Plácido y yo te abrazamos, como estuvimos a punto de hacerlo en persona a nuestro paso por tu Vallarta de invierno. Adiós Daniel y buena ruta en tu destino", dice la irreverente de mi Kalifa, conmovida como yo por ésta sentida pérdida.