Águila o sol
A medio consumir el platillo en la fonda estilo sinaloense, sus conocidos conocen el trato delicado, dulce y acido.
Las zonas rojas de Linares y Montemorelos apenas las recuerdan los parroquianos de antaño.
Donde las mujeres tenían piso pélvico y no candados para esconder los genitales masculinos.
La reja de entrada atrabancada, el truco es subirla y descorrer el pasador, mazmorra de una frase gastada, el boiler de agua caliente tamaño industrial, puede dar quizá 15 o 20 servicios al mismo tiempo.
Hermosura detrás de las pelucas coloridas, dinerito, a eso venimos, cuesta tanto arreglarse, ventilar las existencias de la década anterior, por toda la penumbra de la calle Arteaga, los sonámbulos y los atracadores pasean en bicicletas.
Descuenteros de los briagos, Monterrey ya naufraga en el canal de la peste negra, los señores de la guerra empresarial y las bocanadas de inmundicia.
La tragedia al adivinar el lance de la moneda, caerá Águila o se multiplicará el sol, dinerito, para todo hace falta dinerito, fresco, aroma a natfalina, ha guardado debajo del colchón.
Los números de enfermos de carácter sexual continua irrefrenable, algunos se lanzan a nadar en los torbellinos lodosos del franco pasado.
Dinerito compra el ansia, vende el cuerpo, la chatarrería de soldados contagiados por la fiebre de la apariencia inútil.
Dinerito, llano y sucio dinero, habilidad de un regalo divino.
