¡Alerta México!
Desde que López Obrador llegó a la presidencia inició una cadena de pequeños y casi imperceptibles golpes de Estado.
Hemos sido testigos inconscientes de una operación hormiga que ha ido carcomiendo los cimientos de la democracia para que al final se derrumbe la constitucionalidad y el país quede a merced del autócrata.
Palacio Nacional es el horno donde se está cocinando un platillo fuerte para el 24.
Están haciendo ensayos generales. Están enviando globos sonda para conocer el tamaño de la resistencia a un asalto del poder.
Durante las últimas semanas se han producido varios eventos sospechosos y preocupantes. El primero de ellos fue la “semana negra” donde hubo un golpe parlamentario.
Los diputados y senadores de Morena violaron por instrucción de López todos los trámites legislativos y aprobaron mediante un fraude a la Constitución diez y nueve iniciativas.
Luego vinieron las amenazas del presidente a la Corte. El gobierno ha lanzado una campaña negra y abierta en contra de los juzgadores.
Es la primera vez que el Poder Ejecutivo utiliza los recursos del Estado para desprestigiar a otro poder y someterlo. Con el logotipo del Gobierno de México publicó cuatro posters para decir que los ministros son corruptos y que están hambrientos de dinero.
En uno de ellos se lee que ganan más que el presidente de la república y que tienen aguinaldos exagerados. En otro más, que cuentan con fondos para comer en restaurantes de lujo. Que tienen 14 fideicomisos por 20 mil millones de pesos. Los acusan de disponer de 5 millones mensuales para pago de personal.
López utiliza el aparato propagandístico del gobierno para desprestigiar al Poder Judicial, manchar su imagen y provocar que los mexicanos dejen de creer en él.
La maldad del régimen está dirigida a crear el ambiente propicio para destruir moralmente a los ministros y justificar la disolución de la Corte.
El Presidente de la República ya tomó la decisión de romper pública y abiertamente con el Estado de derecho y esto nos coloca como país en un escenario inédito donde todo es posible, incluido un golpe de Estado que impida celebrar elecciones en el 24.
Los partidos de oposición tendrían que ser los primeros en estar conscientes de los riesgos. Tendrían que estar a la cabeza de una ofensiva política y mediática para prevenir y preparar a la población contra una intentona golpista.
Para la ciudadanía organizada también hay una llamada de alerta.
Tal vez se tenga que pasar muy pronto de la marcha, de la manifestación o concentración a la resistencia. A la toma o bloqueo de oficinas públicas. A impedir que el tirano salga de Palacio Nacional para convertirlo en prisionero de la democracia.
La pregunta es: ¿Qué sigue? En la presidencia no hay un presidente. Hay un pillo decidido a romper las barreras constitucionales y a utilizar el factor sorpresa para asaltar el poder, nuevamente.