Nueva Era

China pega dos veces

Pablo Hiriart DETONA® Igualdad ante la ley, contrapesos al poder, democracia, derechos humanos y libertades dejaron de ser valores universales porque China pudo imponer que todo régimen político es aceptable.
https://vimeo.com/1091444957

MADRID.- La demostración de poderío diplomático, militar y económico del gobierno chino la semana pasada marca el fin de una era que creímos gloriosa, promisoria e invencible luego de la caída del bloque soviético.

Igualdad ante la ley, contrapesos al poder, democracia, derechos humanos y libertades dejaron de ser valores universales porque China pudo imponer que todo régimen político es aceptable.

Donald Trump quitó a Estados Unidos del liderazgo del mundo libre y castiga a sus aliados.

En Francia el presidente Macron hace malabares para no caer. Su colega británico Keir Starmer se hunde por debajo del 20 por ciento de aprobación, y Zelenski carece de municiones para defenderse de la invasión rusa.

Tal vez deba aceptar el “aventón” que le ofrecieron al inicio de la guerra.

Son de los últimos líderes liberales de Occidente.

Brillantes los tres, pero están bajo el fuego de la artillería política y arancelaria de Estados Unidos.

Y “en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches” se fortalecen los Orban, Le Pen, Farage, Sheinbaum, Bukele, Fico, Ortega, Petro y demás demoledores de sistemas democráticos, destructores de la igualdad ante la ley y de los principios liberales.

Trump impuso aranceles de 50 por ciento a India, su aliado natural ante el comunismo chino, y lanzó al país más poblado –y cuarta o quinta economía del mundo– a los brazos de Xi Jinping.

De no creerse, en lugar de elevar el castigo a Rusia por la guerra contra Ucrania, Trump puso aranceles descomunales a una nación amiga, India, por comprarle petróleo a Rusia.

Sobre la ofensa, el agravio: Trump recibió al jefe del ejército de Pakistán, que acaba de luchar contra India con armamento proporcionado por China.

El primer ministro indio tenía siete años de no poner un pie en China, y ahí estuvo la semana pasada junto a su nuevo amigo Xi Jinping, Vladímir Putin y otros gobernantes autoritarios reunidos bajo el paraguas de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), convertido en bloque anti-OTAN.

A la reunión de los 26 gobernantes en China, Donald Trump no tuvo nada que contestar, salvo un chistorete a través de su red social.

Cuando le explicaron el calibre de lo que se tejía en China, tomó una medida teatral: le cambió el nombre a lasecretaría de la Defensa por secretaría de Guerra.

Su “amigo Vladímir” firmó con el presidente chino y de Mongolia un acuerdo para construir un nuevo gasoducto (Power of Siberia 2) que llevará 50 mil millones de metros cúbicos al año, con un contrato a 30 años y a precios preferenciales.

Por el Power of Siberia 1 se va a aumentar el flujo de gas.

Amarrada quedó la cooperación entre el principal consumidor del mundo (China), y el productor número uno de esos recursos (Rusia). Y fue sólo uno de los 22 documentos firmados por Xi y “el amigo de Trump”, Vladímir Putin.

Narendra Modi y el líder chino acordaron reactivar sus intercambios comerciales, flexibilizar el permiso a las peregrinaciones budistas (asunto espinoso en extremo) y retomar la amistad… contra Estados Unidos y lo que ese país significa.

Terminado el evento diplomático, vino el reto militar a Estados Unidos, Taiwán, Japón, Corea del Sur y Europa.

Impresionante el desfile en la Plaza de Tiananmén (donde fue aplastada con sangre la ilusión democrática de los jóvenes chinos en 1989), al que llegó, en un tren blindado, el peor de los orates con armamento nuclear: Kim Jong-un.

El desfile no fue de tropas y armas para la defensa, sino de músculo militar de un país que puede decir, como hizo Xi: “La humanidad debe elegir entre la paz y la guerra… el diálogo o la confrontación, resultados en que todos ganen o un juego de suma cero”.

Se acabó el orden mundial liderado de manera indiscutible por Estados Unidos. El epicentro de la transformación que configura al siglo XXI se desplazó hacia Pekín.

Washington renunció a su autoridad moral para liderar valores como democracia, separación de poderes y derechos humanos.

Con su delirio antiinmigrante y cárceles con cocodrilos, el ataque a sus Atenas (las universidades), a sus jueces, a sus instituciones autónomas, la carta blanca extendida a un criminal como Netanyahu, respaldo a los hooligans de la antipolítica en Europa, extorsión comercial a sus amigos… ¿qué tiene que decir Trump a los autoritarios reunidos en China?

Un chiste en redes sociales.

No da para más, bueno, un acto llamativo pero sin contenido real (el cambio de nombre a la secretaría de Defensa).

Por la Plaza de Tiananmén desfilaron carros con misiles balísticos intercontinentales –nucleares–, drones submarinos, drones diseñados con inteligencia artificial que acompañan el vuelo de aviones de combate, misiles hipersónicos muy difíciles de interceptar, plataformas de guerra electrónica…

Con Estados Unidos empequeñecido, China comienza a ocupar el espacio que abandonó Trump.

Ya tiene las alianzas y las armas para retar a Estados Unidos.

Parece inevitable la vuelta de página a los principios liberales que ha encabezado Occidente y el orden mundial que protege la convivencia pacífica entre las naciones y el respeto a la dignidad humana.

Parece.
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818
https://vimeo.com/1091496933
Pablo Hiriart

Nacido en Chile, emigró a México a fines de los 70. En 1980 inicia su etapa como reportero del semanario Proceso y del diario La Jornada antes de formar parte del equipo de comunicación del gobierno federal.
Desde el año 2016, participa en México Confidencial en Azteca 13, en Proyecto 40 y es Director General de información política y social del diario El Financiero, donde escribe la columna "Uso de Razón".