Por un país que no se merece esto
Con la dureza que la realidad impuso, el gobierno actualizó la cifra de víctimas fatales por las lluvias y desbordamientos en cinco estados, principalmente Veracruz, Hidalgo y Puebla.
A media tarde eran 64 muertos y 65 no localizados, lo que, realismo, elevará las defunciones por encima de las 100 personas: tragedia mayúscula.
Quizá no tenga demasiado sentido estacionarse en lo mal que se gestionó el riesgo o la negligencia con que se mitigaron y cancelaron decisiones e inversiones que habrían hecho menos grave el desastre.
O en cebarse con gobiernos que por generaciones permitieron asentamientos en lechos de ríos, cuerpos de agua.
La tragedia de las lluvias de octubre puede, más bien, marcar la puesta en marcha de una política de la que México adolece.
El gobierno de la presidenta Sheinbaum tiene fuerza y recursos para cambiarle la suerte a millones de mexicanos e impulsar, en serio, una transformadora inversión y gestión en infraestructura, planeación y estrategia, en vez de seguir encomendándonos a la buena de Dios cada que sople el infortunio.
Está a tiempo de fijar un antes y un después.
Ojalá lo haga por los muertos de octubre.