El futuro de Venezuela es María Corina
El 9 de octubre se alcanzó el acuerdo de cese al fuego entre Israel y Hamas y el inicio de un proceso de paz basado en los 20 puntos presentados por Trump y negociados con los países árabes, Israel y la mediación de Qatar y Egipto.
Sus primeros resultados son esperanzadores. Han retornado los 20 rehenes israelíes vivos y los palestinos regresan lentamente a sus hogares devastados por dos años de bombardeos.
Algunos esperaban que se le otorgara el Premio Nobel de la Paz a Trump, quien lo ha buscado abiertamente.
No fue así.
El Comité noruego del Premio Nobel de la Paz lo confirió a la líder venezolana María Corina Machado.
La calificó como “una valiente y comprometida defensora de la paz, una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de una oscuridad creciente”.
Reconoció su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia.
En su comunicado, el Comité Nobel señala que María Corina Machado ha sido una figura unificadora en una oposición política dividida que logró encontrar un terreno común para demandar elecciones libres y un gobierno representativo, “esencia de la democracia”.
El Comité Nobel señala que Venezuela es un Estado autoritario y brutal que sufre una crisis humanitaria y económica devastadora.
Dice que el gobierno ha usado la violencia contra su propia población.
En mi opinión, quien tenga duda de estas aseveraciones, revise el número creciente de presos políticos y desaparecidos, la emigración de cerca de 8 millones de venezolanos, la pobreza y la inseguridad alimentaria crecientes en un país que fue de los más ricos del continente.
El Comité recuerda, con razón, que María Corina Machado fue bloqueada para participar en las elecciones y apoyó la candidatura del exdiplomático Edmundo González Urrutia.
No es la primera vez ni será la última que el Nobel se otorgue a los luchadores por los derechos humanos y la democracia: Aung San Suu Kyi, Liu Xiaobo, Andrei Sakharov.
El Comité Nobel tuvo información oportuna y fidedigna de la tragedia de Venezuela.
Durante varios años, Noruega apoyó y encabezó los esfuerzos a favor del diálogo entre Maduro y la oposición para una transición democrática pacífica en Venezuela, que culminaron en los Acuerdos de Barbados que Maduro no respetó al cometer fraude en las elecciones.
Los noruegos se sintieron y fueron engañados, tal como lo ha documentado El País.
México, que acompañó el proceso, también debería sentirse engañado por Maduro, a menos de que hubiera participado en el proceso con el fin último de apoyar la farsa de Maduro y timar a la oposición, a los otros países que acompañaron el proceso y a Noruega misma.
Los ataques de morenistas contra el Nobel y María Corina y la frialdad de la presidenta Sheinbaum reflejan envidia, desprecio a la democracia y los derechos humanos, falta de comprensión.