¿Por qué la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, se porta mal con los nuevoleoneses?
Apenas se declaró zona de desastre en más de 40 municipios de Veracruz, donde las recientes inundaciones provocaron la pérdida de 30 vidas humanas y cuantiosos daños materiales.
Cuando el gobierno de Samuel García envió ayuda humanitaria, víveres y equipos de auxilio para las labores de rescate.
Lo hicimos con Tamaulipas, incluso con Texas, cuando las inundaciones del pasado 4 de julio provocaron 150 muertes confirmadas.
De Nuevo León partió rumbo a Texas una buena dotación de víveres y rescatistas que salvaron vidas humanas, arriesgando la suya propia.
A quienes nos tocaron los inicios de estas tormentas en Veracruz y salíamos justo a tiempo, pudimos constatar en carne propia que no se tomaron las debidas precauciones.
No se anticiparon los riesgos ni las necesarias providencias.
Lo digo con conocimiento de causa: fue la crónica de un desastre anunciado.
Una crisis humanitaria en Veracruz que, si bien no se podía medir con antelación, sí se hubiesen aminorado sus lamentables efectos.
¿Quién tuvo la culpa? No lo sé.
¿Quién debió alertar a la población? Lo digo con todas sus letras: Rocío Nahle, la gobernadora de Veracruz, ni previó, ni atendió y solo se defendió.
Cuando un gobernante pierde tiempo defendiéndose de todos y de nadie, en vez de ayudar a los damnificados, es que estamos ante un mal gobernante.
Así de simple, Rocío Nahle es una pésima gobernante.
Reconozco que fue atenta con quienes fuimos a un evento cultural recientemente a Veracruz.
Pero no bastan esas atenciones para marcarle sus errores flagrantes.
Nada peor en condiciones de desastre natural que perder el control de la situación.
Y Rocío Nahle perdió el control, incluso de sí misma y de sus emociones.
Con esto se llevó de encuentro a la propia presidenta Claudia Sheinbaum.
Uno entiende que la pérdida de familiares y del patrimonio personal provoque los gritos de los veracruzanos afectados y el no dejar hablar a la mandataria federal.
Sin embargo, se desperdició la oportunidad de solicitar apoyo a la Presidenta por parte de los afectados, y la opción de poner en evidencia, frente a ella, a los alcaldes y gobernantes que sí fueron evidentemente apáticos y negligentes en el apoyo a los damnificados.
Me imagino las reprimendas en corto de la Presidenta a los gobernantes irresponsables de Veracruz.
Con justa razón.