¿Cómo aprender a pasar las olas?, Vol. 2
Már Ártico + Carmina Burana + Bumble
En el vertiginoso escenario de las relaciones contemporáneas, me sumerjo esta semana en la intrincada trama digital de los amores modernos.
No solo exploraré las aguas gélidas del Mar del Ártico, donde surcar alguna de sus "olas" se torna en una tarea extenuante y desafiante debido a su densidad, sino que también me sumergiré en las notas resonantes de la grandiosa ópera Carmina Burana. Y, como parte integral de esta travesía, compartiré mi reciente incursión en el intrigante mundo de Bumble, esa aplicación de citas que redefine la búsqueda del amor en la era digital.
La majestuosidad de Carmina Burana, con sus coros vibrantes y melodías épicas, me ha hecho reflexionar en los últimos días sobre el destino humano y los caprichos de la fortuna. Como la luna en constante cambio, la vida oscila entre el odio y la dicha, entre la dureza y la suavidad. La frialdad digital, personificada en Bumble a partir de la pantalla de un dispositivo, establece un paralelo con las temperaturas extremadamente bajas del Ártico.
Los momentos de distanciamiento y los desafíos emocionales en la jungla digital, reflejan la gélida naturaleza de las relaciones en el siglo XXI, mientras que los destellos de pasión y ternura pueden compararse con cálidos respiros, en medio de un frío ártico de interacción virtual.
En este torbellino perpetuo, Carmina Burana me ha exhortado a saborear cada momento, consciente de que la fortuna puede cambiar en cualquier instante y vaya que así ha sido. En este vasto océano de relaciones modernas, estas reflexiones hallan un eco intrigante al explorar nuevas formas en las que me tengo que ingeniar cómo poder encontrar el amor y vaya que es agotador.
El pulso de las cuerdas del destino me resuenan en cada nota de la ópera, recordándome que cada elección de perfil en Bumble para darle “swipe” a la derecha y no a la izquierda tratando de buscar una conexión, forma parte de un espectáculo en constante metamorfosis en cuanto al amplio abanico de nuestros gustos físicos, pues de eso va el primer paso en Bumble: La atracción magnética.
En una omnipresente fuerza alrededor del Circulo Polar Ártico, encuentro un paralelo en el amor como una fuerza que atrae a las personas entre sí, generando conexiones poderosas deseando sean duraderas. Como todas las direcciones que señalan hacia el sur magnético en el Ártico, el amor puede ser una guía magnética que dirige a los corazones y almas hacia una conexión profunda.
¿Es lo que todos buscamos no? O al menos, yo.
Oh, fortuna, como el gélido hielo del Ártico, que quema y ciega con su frialdad implacable. La ópera y mi mar del ártico convergen en una danza de luz y oscuridad, simbolizando una llama que ilumina y quema.
De manera análoga, en mis océanos digitales de amor contemporáneo, experimento la dualidad en conexiones efímeras y resonancias profundas que dejan huella, algunas veces breve y que tienen un fuerte impacto para una mujer como yo, divorciada, con dos hijos pequeños y en la que elijo de manera cuidadosa con quien hacer “match”, para después de eso, analizar con quien dar el primer paso para abrir una conversación.
En estos tiempos modernos del amor, en los 10 días de vida que llevo dentro de Bumble, me he enfrentado a situaciones que se asemejan a la nieve del Ártico, capaz de quemar con su frialdad o fluir convirtiéndose en agua al aplicarle calor.
El brillo y la quemadura van de la mano, y saber distinguir entre ellos se ha convertido en un desafío personal y más para alguien que llevaba rato fuera del mercado y que nunca había ahondado en el mundo de citas virtuales. Al igual que en el Círculo Polar Ártico, mi incursión en Bumble presenta una accesibilidad aparente, siendo la realidad una geografía emocional lejana, remota, que nos impulsa hacia lo desconocido y en mi caso, a vencer muchos miedos sobre percepciones de que mujeres de mi edad, en sus cuarentas, ya no somos el ideal del común denominador de los hombres modernos.
Esta experiencia ha sido algo así como discernir entre la muerte y la vida en un mundo donde las conexiones efímeras y la búsqueda de casualidades se entrelazan. La frialdad del Ártico, personificada por sus temperaturas extremadamente bajas, encuentra un eco en mis últimas experiencias amorosas. Al igual que las estaciones cambiantes en el Círculo Polar Ártico, mi amor ha experimentado sus propios ciclos con cambios estacionales que me demuestran la complejidad intrínseca en los vínculos emocionales.
Al adentrarme en Bumble, me surgen estas preguntas de forma inevitable:
- ¿Puede existir el amor auténtico en ese espacio digital?
- ¿Existen hombres dispuestos a fundirse verdaderamente con la vida?
- ¿Hay verdaderos hombres que busquen permanencia en vez de una búsqueda por inmediatez o sexo casual?
Mientras me sumerjo en mis propios procesos de autoexploración, vida y paz. Te invito querido lector a cuestionarte y a acompañarme semana tras semana, creo que será divertido ¿no?
Estoy comprometida con mi propio crecimiento en este viaje de autoconocimiento y búsqueda de conexiones auténticas. Así como aquellos que se aventuran como exploradores en las heladas tierras del Ártico sumergiéndose en lo desconocido, en Bumble enfrento complejidades emocionales comparables a la naturaleza inhóspita de esta región geográfica.
En el caleidoscopio del amor moderno, he descubierto que existe el “ghosting”, la ilusión de vivir conexiones únicas que, oh sorpresa, al paso de los días se asemejan a una nevada ártica, quemando con su frialdad y cegando con su luminosidad deslumbrante, como la nieve que se derrite ante el calor.
¿La conexión en Bumble puede evolucionar y transformarse para convertirse en amor?
¿El “match” en Bumble puede adaptarse a las circunstancias o desvanecerse en menos tiempo del que te toma ver el perfil de esa persona que pudo haber sido especial, al haberte dado un “Super Swipe”?
La vida, en su intensidad y no en su extensión, emerge como la clave. Bumble me ha mostrado posibles candidatos a amores efímeros y no candidatos a aventuras duraderas, y la distinción entre ambos querido lector, es esencial en la danza impredecible de las relaciones modernas.
La vida, corta por naturaleza, exige ser vivida con amplitud, intensidad, plenitud y yo querido lector soy la Reina Leona de la intensidad con i mayúscula, es por eso que mi biografía de Bumble es sumamente sutil utilizando términos como Vampira Peligrosa, 100% instinto animal entre otros términos, todo en un muy sarcástico humor color petróleo, biografía que de entrada aleja a hombres que no tienen la capacidad de saber manejar a una mujer como yo.
Si eres una Reina Leona y estás considerando explorar el universo de las aplicaciones de citas virtuales, es crucial que, al dar el paso para descargar la aplicación, ya hayas cultivado un amor propio sólido. De esta manera, la falta de aprecio, las conexiones no concretadas, las conversaciones eliminadas o los términos de conexión inesperados, no tengan un impacto negativo en tu bienestar.
Las mujeres fuertes nunca se rinden, especialmente cuando se trata del amor. Es posible que necesitemos momentos de silencio, quizás lloremos o incluso sintamos la necesidad de pasar un día sumidas en la tristeza. No obstante, recuerda que, sin importar lo que tu alma necesite para sanar, una Reina Leona siempre resurge, más fuerte que nunca.
Sumergida cual Reina Leona y Vampira Peligrosa en el océano digital de Bumble, me surge una pregunta crucial: ¿puede existir un compromiso real de tiempo y responsabilidad derivado de estas conexiones? Mi análisis revela que el amor y la aventura son elementos esenciales, pero la vida moderna demanda decisiones conscientes y voluntad de buscar y encontrar. Si alguien busca, encuentra; si no sucede, es una cuestión de voluntad, no de tiempo.
¿Hay alguna lógica moderna en haber experimentado tener una conexión maravillosa para que después de ello solo exista ausencia en forma de silencio y contacto cero?
En esta ópera de citas digitales, cada conexión, cada búsqueda, forma parte de una sinfonía de posibilidades que dan forma a nuestras vidas y sí, la continuidad de las conexiones depende de si dichos hombres cuentan con tres segundos disponibles en la vastedad de las veinticuatro horas que conforman sus días, para enviar un mensaje o realizar una llamada.
¿O acaso ahora los hombres también aguardan ser cortejados?
¿Debe ser la mujer quien dé el primer paso para iniciar la conversación fuera de la aplicación, una vez establecido un intercambio de números telefónicos y una comunicación abierta a través de WhatsApp?
Sumergirnos en la era de las citas digitales implica una metamorfosis constante, donde se construyen casualidades que potencialmente definirán nuestra travesía en busca del amor en la modernidad. La vida que alguna vez conocimos ha dejado su antiguo envoltorio, transformándose en un escenario inexplorado que nos desafía a fluir con la corriente de nuevas posibilidades y descubrimientos.