Diario de un Viaje Inesperado / México, 2023
Diario de un Viaje Inesperado es otro filme del género “road trip” de la chica que para recibir una herencia, tiene que viajar a Chiapas a como dicta el diario de su difunto padre, acompañada de un asistente de oficina que está hasta el “chongo” con su jefe.
Muy básica y demasiado simple, la trama presenta a Michelle (Getsemani Vela), la niña chiflada que prefiere andar de viaje que en casa y Alfonso (Xabiani Ponce de León) pasante de abogado que no ve futuro alguno cortesía de su familia asfixiante.
La receta lo dice y dicta: ambos, Alfonso y Michelle, emprenden el viaje de autodescubrimiento a Chiapas donde la chica chiflada se dará cuenta de todo lo que el padre en un momento dado le quiso compartir (padre que la acompaña como fantasma de los recuerdos).
En realidad son dos personalidades diferentes, los opuestos que se van a atraer, ambos tocando fondo, y la odisea que van a vivir y que los va a transformar de raíz.
Ya muy visto y explotado el tema, Diario de un Viaje Inesperado asusta por ser mala.
Presenta extremadamente mal a los personajes y los pierde en un viaje donde literal, la chica cambia de una escena a otra, y el muchacho, clásico igual, le esconde a Michelle cosas que se deben compartir y que será el detonante del por igual clásico pleito que los separa.
Se supone que son cinco días, pero parece una eternidad lo que acontece.
Lo mas “simpático” es la promoción del “hermoso estado de Chiapas”, estado que en estos momentos es un caos de desorden e ingobernabilidad, y por más playa o selva que muestren, sorprende la paz y tranquilidad que pintan en San Cristóbal de las Casas, donde las noticias muestran un panorama de terror.
La anécdota que se cuenta es demasiado gastada, las actuaciones se me hicieron malas de “pe a pa” y prueba de eso es que cada vez que sale Maria Claudia Moreno como la mamá de Alfonso, hace que uno desee que la película hubiera sido mejor la vida de la familia... nos hubiéramos reído al menos algo.
Los “descubrimientos” no ofrecen sorpresa alguna. Las soluciones son el cliché utilizado mil y una veces y el reencuentro espiritual se palpa demasiado falso.
Es tan carente de historia la película que uno puede salir a comprar palomitas, hacer las filas kilométricas de la dulcería, regresar a la sala y tal cual descubrir que no se perdió nada.
O mejor bien dicho, salen a la dulcería y ya no regresan a la sala.