El poder de la ‘barra brava’

En días recientes hemos visto manifestaciones subidas de tono por aficionados radicales de los Rayados, que ojalá no terminen en tragedia.

La “barra brava” es el término para referirse al sector más radical de los aficionados de un equipo de futbol, similar a una porra, pero con más peculiaridades que lo han convertido en un fenómeno social del balompié.

El concepto (como algunos otros) proviene de Sudamérica (específicamente de Argentina) y es el equivalente a los hooligans británicos, ultras españoles o tifosi italianos.

A los integrantes de este selecto grupo de fanáticos también suele denominárseles “barrabravas” o “barrista” y utilizan palabras como “aliento” y “aguante” para describir la pasión en torno a una camiseta, con cánticos que van más allá de los 90 minutos.

En México, el movimiento “barrista” llegó a afines de la década de los 90 con la “Ultra Tuza”, la porra del Pachuca.

A partir de ahí, el fenómeno comenzó a expandirse entre los jóvenes, en su mayoría adolescentes, por todas las canchas del futbol mexicano.

Lluvia de serpentinas y de papeles picados; enormes banderas y mantas con el nombre del barrio de origen (denominados trapos) han dado colorido a las tribunas de los estadios del balompié nacional a lo largo de más de dos décadas.

No obstante, la delgada línea de esa pasión ha sido cruzada con actos de violencia que han empañado nuestro futbol mexicano con innumerables episodios entre grupos antagónicos o entre aquellas parcialidades cuyos equipos mantienen una fuerte rivalidad o “clásicos”.

Cuando se trata de presionar o protestar a los jugadores por falta de resultados, tampoco se han quedado atrás. “Si nos vamos al descenso, ustedes se van al panteón”, decía una pancarta colgada por aficionados del Atlas, en diciembre del 2012, afuera de la sede del entrenamiento del club en Guadalajara.

El incidente tenía la marca registrada del pensamiento radical del “barrista” o “barrabrava”, al estilo sudamericano.

En Argentina, es muy común que el sector radical vaya a increpar a los futbolistas (y hasta exigir dinero para financiar su movimiento), cuando el éxito deportivo escasea de momento.

“¿Sabes dónde nací yo? ¿sabes de dónde vengo yo? Yo nací con esos machetes, ¿qué vas a hacer? Anda a buscar una bazuca porque con un machete no pasa nada”, le dijo el jugador colombiano Jorge Bermúdez a un “barrista” que buscaba intimidarlo afuera de la sede del entrenamiento del club Newell’s Old Boys, en la ciudad de Rosario, Argentina, tras reclamarle por el mal paso del equipo en el torneo local en el año 2004.

En otra ocasión, a fines de los 80, en esa misma ciudad y con el mismo equipo, cuentan que un grupo de hinchas radicales fueron hasta la puerta del domicilio del entonces entrenador Marcelo Bielsa, como represalia por una goleada de 6-0 padecida en la Copa Libertadores.

El técnico, al ver la muchedumbre, hizo honor al apodo que lo ha caracterizado: “El Loco” salió con una granada en la mano y, ante la amenaza, les advirtió: “Si no se van ahora mismo, saco el seguro y se las tiro”, ahuyentando con ello a los rijosos.

En recientes días, en torno al equipo de los Rayados de Monterrey, hemos visto manifestaciones de protesta radicales, en desacuerdo por el mal paso del equipo durante el pasado Mundial de Clubes, principalmente en recriminación al trabajo realizado por el entrenador, Javier Aguirre.

Ojalá no lleguemos a los extremos de los ejemplos aquí mencionados como en Argentina.
Juan Reyna Loa

Periodista deportivo desde hace 12 años. Ha sido reportero y comentarista en radio, además de editor de medios impresos y digitales en Monterrey.