El pueblo contra Samuel García III
Solo en la mente de un narcisista existe la verdad irrefutable.
Al gobernador de Nuevo León ha formado la patología cerebral. Cada segundo de su mandato, entre la familiaridad de la patanería, inventa, sugiere y recrea enemigos.
Busca al aliado entre quienes ya detestan sus apariciones en los medios. Habla a las cámaras afiladas al desdén. La maraña de juicios legales de su administración dobla hacia abajo.
La mejor puntilla será darles la espalda a todos los candidatos de Movimiento Ciudadano.
Aun perdiendo, por ejemplo, Luis Donaldo Colosio Riojas será senador plurinominal. Su sucesor, Dante Delgado puede esperar en la banca tres años.
Mientras se hace la transición para el siguiente candidato para la gubernatura por Nuevo León.
Dante puede ser tres años senador al pedir permiso Luis Donaldo para contender al circo gubernamental. Jamás el mayor de los Colosio ha intentado competir por su natal Sonora.
No lo hará. El grupo de Manlio Fabio Beltrones y sus hijos maneja todo el entramado de resistencia contra el morenista variopinto Alfonso Durazo.
Samuel Alejandro III cubre las espaldas. Darle el voto por las diputaciones locales o los alcaldes, como su inexperta conyugue Mariana Rodríguez, le ofrece la cantidad de oxígeno necesario para mantener a flote todo el proyecto político en Nuevo León.
Después de eso le sigue la nada. La generación de incondicionales en el show de talentos camina al borde del precipicio.
También con él caminan aquellos actores sociales, antiguos tomacalles, ambientalistas, ambidiestros y facinerosos con los bolsillos llenos del erario.