Siete Puntos

Elogio del optimismo

Paco Gómez DETONA: Seamos optimistas, entonces. Miremos hacia el cielo, pero sin dejar de pisar el suelo.
1. 

Siempre me ha parecido que a los optimistas se les critica injustamente.

Se les acusa de negar la realidad, de ver solo lo bello de la vida. Son comparados con los pesimistas: así como aquellos huyen de los problemas reales, así estos los magnifican.

El realismo es para ambos algo imposible de alcanzar, y si se colocan frente al espejo o disfrazan sus arrugas y miserias corporales o las evidencian de tal forma que desaparece todo rasgo de belleza.

Pero no. Creo que el optimismo verdadero no “tiene otros datos”, sino unos lentes diferentes

2. 

Un ejemplo.

Cierto amigo, ya superados los 60s, acaba de casarse… ¡Por cuarta vez! A diferencia de la cultura millennial, se niega a tener relaciones ocasionales, o solo novia con la cual asistir a bodas y viajar en cruceros por el Caribe. Pese a sus tres anteriores fracasos, intenta de nuevo un compromiso y una responsabilidad, además de que disfruta las despedidas de soltero que le hacen los amigotes, la boda y la luna de miel, menos apasionada y más turística. Sus compadres, además de obsequiarle pañales para personas mayores…

3.

… comentan meneando la cabeza en señal de compasión: un nuevo triunfo de la esperanza sobre la experiencia.

¿Qué pasa con el nuevo esposo? ¿Se niega a aceptar su incompatibilidad con el matrimonio? ¿Es solo terquedad o si cree en la posibilidad de vivir con su cuarta señora por el resto de la vida? Estimo que, consciente de sus muchos errores, quiere darse otra oportunidad, y está convencido de que esta será la buena. La dama lo conoce bien, sabe de sus luces y sombras, y también ella está dispuesta a correr el riesgo.

Optimistas realistas.

4.

Creo que lo mismo nos sucede a todos -salvo los amargosos siempre presentes- al inicio del año.

Además de los clásicos propósitos, como ponernos a dieta, ser más amables en la oficina y visitar con mayor frecuencia al familiar que vemos allá de vez en cuando, confiamos en que el año será mejor. 

Si somos anti4T esperamos el triunfo de Xóchitl, y si a favor estamos seguros de la victoria morenista en las próximas elecciones. Hacemos planes pensando que el dólar seguirá muy bajo, y soñamos con más medallas de oro en las olimpíadas de Paris.
5.

La repetición anual de la historia nos hace albergar ilusiones, iniciar el año con renovados bríos, plantearnos proyectos aventurados pero viables. Queremos perdonar y nos animamos a pedir perdón, fortalecemos relaciones y recuperamos algunas que hemos perdido.

No nos cegamos ante las dificultades, y la cuesta de enero nos planteará retos monumentales. Pero nos sentimos con el vigor suficiente para enfrentarlos y, aunque nos topemos con paredes en apariencia infranqueables, sortearemos elevadas murallas.

6. 

Pero un optimismo sin esfuerzo es estéril. No se trata de construir castillos en el aire ni de imaginar un México distinto al que nos dicen los tercos números. Para que los sueños sean posibles necesitamos realizar lo que parece imposible, y la concreción de nuestros anhelos tienen un principal responsable: nosotros.

Seamos optimistas, entonces. Miremos hacia el cielo, pero sin dejar de pisar el suelo.

Construyamos un horizonte fresco y luminoso que sí, tendrá nubarrones y tempestades, pero que nuestro trabajo compartido las disipará. ¡Feliz 2024!

7. 

Cierre icónico.

Se cumplieron 30 años del alzamiento zapatista.

Uno de sus objetivos, ampliamente logrado en los inmediatos años posteriores, fue el visibilizar la situación de las etnias en México, abandonadas por proyectos económico-políticos que jamás consideraron sus tradiciones y costumbres.

Con el paso del tiempo, ese logro fue efímero, y poco a poco las circunstancias son las mismas de tres décadas atrás. Vamos, ni siquiera la 4T, que lleva cinco años diciéndose de izquierda, tiene ojos y oídos para las comunidades indígenas.

Padre Paco

El sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa (Monterrey, México, 1952) es el actual Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey. Es diplomado en Teología y Ciencias Sociales por el Departamento Ecuménico de Investigaciones de San José, Costa Rica, y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor en el Seminario de Monterrey, en la UDEM, el ITESM, la Universidad Pontificia de México, el Teologado Franciscano, el EGAP (Monterrey) y la Universidad Iberoamericana (Centro de Extensión Monterrey).