Escuela de randas
Por décadas los territorios conurbados de Monterrey le pertenecieron a la CTM, CROC y la Nacional Campesina.
Colocaron en las alcaldías a sus prestanombres y a los esbirros incondicionales de la importuna hambre de riqueza.
Así Escobedo y Santa Catarina mantuvieron en paz porfiriana a los habitantes. La puerta a Monterrey fue de la familia Caballero hasta la irrupción del panismo conservador.
Hicieron de hombres y mujeres buenas sus víctimas. Los fueron rotando. La camada de leones, de experiodistas formados en el Porvenir, en las secciones de deportes, entraron al quite.
Negociaron todos los giros negros. La bonanza de ingresos hasta les arregló las dentaduras, les tiñó el cabello y eliminó los videos de contenido erótico, mucho tiempo antes de la ley Olimpia.
De Nicho a Gabriel, Víctor, Héctor y Nava. Todos cortados con la misma tijera. Compadrazgos sellados en cubrir las espaldas.
Enriquecidos de manera grosera. Ni siquiera el fuero de sus cargos electorales desvía la atención. Relaciones extramatrimoniales, ajustes de cuentas en las nóminas del municipio.
El gran dinero está en los permisos de construcción. Santa Catarina le dio vida a Valle Poniente, la zona rica de quienes ya no caben en Valle Oriente. Lo aspiracionista no se quita jamás.
Al interior de Santa Catarina, en la Huasteca, donde las comunidades campesinas se conocen, en sus juntas ejidatarias, han ido vendiendo sus parcelas.
Nava, el alcalde panista convertido al evangelio triunfalista de Movimiento Ciudadano, no pierde el tiempo. Aprendió las mañas de sus antecesores. La información privilegiada y la apertura de TESLA le dará plusvalía a la zona más contaminada del estado.
Nava ejidatario. Deben pedirle muestre los callos de sus manos. Tan exquisitas como el gusto probado por las inversiones fabulosas.