Gigantes del pavimento (con pasaporte chino)
Pero las vueltas de la vida son extrañas.
Hoy las automotrices chinas ya no son el meme del mercado: se están convirtiendo en los nuevos gigantes del pavimento.
Tesla abrió la puerta en 2008 con su Roadster y en 2012 con el Model S, y todos pensamos que el futuro de los eléctricos estaba en Silicon Valley.
Pero mientras veíamos a Musk twittear y jugar al Iron Man, en China se estaba cocinando algo más grande: un ecosistema entero de marcas, inversión estatal y un mercado interno gigantesco que terminó por reventar la jugada.
Subsidios estrategicos
El Center for Strategic and International Studies estima que el Gobierno chino metió más de 230 mil millones de dólares en subsidios entre 2009 y 2023.
Así cualquiera arranca fuerte, ¿no? Pero no fue solo dinero: fue visión estratégica.
Mientras los europeos seguían enamorados de sus motores diésel y los japoneses afinaban híbridos como el Prius, China decidió que su boleto al liderazgo global era la electrificación.
Resultado: en menos de 20 años, pasaron de ser alumnos a maestros.
Hoy, de las casi 500 marcas de autos eléctricos que llegaron a registrarse en el país, sobreviven 123.
Darwinismo capitalista en versión turbo.
Los resilientes del pavimento
Lo más loco es que estas marcas no solo crecieron rápido, sino que resistieron golpes duros: la crisis financiera de 2008, la pandemia, la disrupción de cadenas de suministro. Mientras otras industrias temblaban, la automotriz china siguió creciendo con un 8.2% anual promedio, muy por encima del 1.9% global.
Es como ese equipo que, pase lo que pase (lesiones, árbitros, lluvia), siempre encuentra la forma de ganar.
Y aquí los chinos jugaron con dos cartas clave: mercado interno gigante(millones de consumidores que adoptaron eléctricos antes que nadie) y apoyo político (sí, a veces jugar con árbitro de local ayuda).
¿Qué nos dice esto en clave empresarial?
1. La velocidad mata la tradición.
Mientras Europa discutía normativas y América se aferraba a las camionetotas, China sacaba modelos, los probaba, fallaba y lanzaba otros. Iterar rápido es más valioso que planear perfecto.
2. El apoyo del ecosistema importa.
Ninguna startup despega sola. Igual que un equipo necesita cantera y afición, las automotrices chinas despegaron porque el gobierno apostó fuerte. Pregunta incómoda: ¿cuántas empresas nuestras fracasan porque solo esperan milagros del mercado?
3. Del meme al mainstream hay un brinco corto.
¿Recuerdas cuando nos reíamos de los celulares chinos? Hoy Xiaomi y Huawei son top. Lo mismo pasará con los autos: la burla de ayer será tu compra de mañana.
El paralelismo con la oficina
Aquí viene lo interesante: en la oficina también hay “automotrices chinas”.
- Ese practicante al que nadie pela, pero que de repente encuentra una forma más rápida de resolver el Excel que el gerente senior nunca pudo.
- Esa idea rara que parecía ridícula, pero que en dos años se convierte en el nuevo estándar.
- Esa marca local que no presume pedigree europeo, pero te resuelve mejor y más barato.
El liderazgo empresarial actual ya no se trata de ser el más elegante, sino el más ágil.
Y ojo: eso incomoda a los dinosaurios.
Entonces… ¿qué hacemos con los gigantes chinos?
No se trata de idolatrar ni satanizar.
Se trata de entender la lección: la combinación de visión a largo plazo, inversión estratégica y velocidad de ejecución puede voltear industrias enteras.
Y aquí la reflexión para nosotros es clara: ¿estamos liderando como los fabricantes tradicionales, enamorados de nuestras victorias pasadas, o estamos dispuestos a jugar como los nuevos gigantes del pavimento: rápidos, atrevidos, ¿hasta un poco descarados?
Porque al final, en los negocios como en el futbol, no gana el que presume más títulos en la vitrina, sino el que corre más y mete goles hoy.