La cultura del crimen. Juárez decía: a los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas
La máxima retrata el perfil de un país que se define por una palabra: impunidad. La certeza de que es posible delinquir, violar la ley, torcer las normas, se nutre por el hecho de la ausencia de castigo.
Los datos mueven a consternación. En México, solo uno de cada cien delitos denunciados termina en cárcel.
Subrayo la palabra denunciados. Muchos delitos simple y sencillamente no se denuncian.
De los que sí, 99 quedan libres.
La estadística juega en favor del delincuente y de la permanencia de la cultura del delito.
Un segundo corte revela otro hecho escalofriante.
Más de la mitad de las personas que están en la cárcel purgan una condena por delitos patrimoniales menores a cinco mil pesos.
Es decir, lo poco que se castiga se ejerce contra quien tiene poco.
El delito no es delinquir: es no tener dinero para una defensa apropiada.
CORRUPCIÓN EXPLOTA
Por ello, cunde la alarma por la explosión de la corrupción en todo el país.
Hay la certeza de que vale la pena el riesgo porque la posibilidad de ser procesado es bajísima.
Las cosas no cambiaron con la llegada de la democracia ni con la segunda alternancia.
Hay casos todos los días: el bochornoso caso de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex líder del PRI en la capital, acusado de abusar sexualmente de mujeres.