La fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles

Ernesto Pompeyo Cerda Serna DETONA®️: Hoy estamos presenciando una guerra asimétrica, un conflicto entre fuerzas desiguales.
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La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios.

Desde la polemología (la ciencia política que estudia las guerras), entendemos que cada conflicto ofrece lecciones que deberían servir para evitar nuevos enfrentamientos. 

Las Dos Grandes Guerras Mundiales, así como otras tantas, tan diversas y contradictorias, deberían, una vez depuradas y reflexionadas por cada generación según sus reglas, valores y experiencias, ayudar a disminuir el número de guerras futuras.

De la Primera Guerra Mundial aprendimos que, más allá de las causas materiales, económicas o territoriales, también influyeron de forma decisiva factores como los nacionalismos violentos, el miedo al otro y la revolución —económica, social, industrial, tecnológica, demográfica y comercial— que se gestó al final del siglo XIX.

Todos estos elementos contribuyeron, además, a la aparición del terrorismo en el siglo XX.

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¿Por qué no una Tercera Guerra Mundial?

En nuestra época se han producido avances tecnológicos que ya se usan como armas: bots, drones, transmisiones en directo, ciberataques, programas secuestradores, hackeo de datos y el uso militar de la inteligencia artificial.

Estamos a punto de presenciar el nacimiento de un nuevo tipo de guerra más letal y con un carácter distinto: una guerra planetaria total, con consecuencias tanto geopolíticas como antisistémicas, que será vivida por la siguiente generación.

La polemología permite calcular las posibilidades de una confrontación bélica a partir de variables materiales (como el armamento y los recursos) e inmateriales (como sentimientos, ideologías, motivaciones y, sobre todo, la voluntad de los dirigentes de utilizar los medios a su disposición con diversos fines).

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El peligro nuclear

Lo más grave de una eventual Tercera Guerra Mundial sería el uso de armas nucleares, lo cual provocaría el colapso de la civilización e incluso la extinción de la humanidad.

Aunque este temor ha sido una constante en obras y discursos sobre el Apocalipsis, el Armagedón o el Holocausto, muchas veces con un enfoque pesimista o alarmista, no carece de fundamento.

Basta observar el creciente gasto global en armamento.

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Una guerra sin ganadores

Si hubiera un ganador tras un conflicto nuclear, heredaría un mundo devastado: tierras y ciudades destruidas y contaminadas.

El precio de esa "victoria" sería la ruina de la civilización.

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El ciclo del miedo y la repetición

El temor a la desaparición de la civilización es constante en la historia del pensamiento humano.

Y con razón: el incremento del gasto militar confirma que la humanidad no ha aprendido del todo de sus errores.

Persisten las tensiones, se multiplican las armas y las guerras siguen siendo vistas como opciones políticas viables.

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¿Instrumento político o tragedia recurrente?

Es evidente que tanto los organismos internacionales como los líderes políticos del mundo han optado por usar la guerra como instrumento de gestión política.

Con ello cargan a la sociedad con un riesgo elevadísimo.

Vivimos en una sociedad global expuesta a múltiples amenazas, muchas de ellas generadas por la propia dialéctica de la modernidad.

Paradójicamente, la humanidad ha confiado su destino a estructuras que producen peligros que luego son incapaces de resolver.

Solo buscan administrarlos, manteniéndolos dentro de "niveles aceptables de riesgo", para evitar que estallen.

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Riesgos de la modernidad

Los riesgos actuales que enfrenta la humanidad derivan no solo del sistema económico imperante, sino también de un proceso continuo de cambio acelerado.

Aprendemos, asumimos normas, valores, comportamientos; expresamos sentimientos, deseos y opiniones para participar en una sociedad global dominante.

Desde la polemología, se busca comprender este fenómeno desde una perspectiva amplia, abordando su complejidad, sus causas y consecuencias: factores políticos, económicos, culturales, religiosos, geográficos, demográficos y psicológicos que se entrelazan en los conflictos humanos, especialmente en las guerras internacionales.

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¿Una tercera guerra o guerras múltiples?

Al reflexionar sobre los posibles escenarios de una Tercera Guerra Mundial, parece más plausible pensar en una sucesión de guerras regionales, con armamentos limitados y características de conflictos híbridos: no solo militares, sino también económicos, mediáticos, culturales e incluso deportivos.

Estas guerras podrían prolongarse en el tiempo, alimentando tensiones de manera constante y sutil.

Einstein y Freud: un diálogo sobre la guerra

Recordemos el intercambio de ideas entre dos grandes pensadores: Albert Einstein y Sigmund Freud.

¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? preguntó Einstein a Freud en 1932, preocupado por el auge del fascismo y la amenaza de un nuevo conflicto mundial.

Freud respondió que todo individuo es, en potencia, un enemigo de la civilización.

Por eso, son necesarios mecanismos que impidan que la comunidad se convierta en una horda de salvajes.

Para él, la civilización, la cultura y el progreso son conquistas logradas mediante la renuncia o la represión de los instintos.

Freud también reconocía que la guerra se alimenta de impulsos destructivos, pero también de la necesidad humana de establecer vínculos.

Aunque poseemos instintos agresivos, también tenemos instintos de amor y de comunidad, que pueden y deben usarse para contrarrestar la violencia.

Señaló que el desarrollo cultural y la búsqueda de la paz mediante la razón son claves para evitar la guerra.

Respecto a la posibilidad de evitar los conflictos, Freud sugirió la necesidad de fortalecer los lazos afectivos entre las personas y establecer un poder centralizado para resolver conflictos internacionales.

Sin embargo, reconocía que esto podía ser una utopía.

En su respuesta, no ofreció soluciones fáciles, pero sí un análisis profundo sobre la naturaleza humana y la complejidad de los conflictos, abriendo la puerta a la reflexión sobre cómo promover la paz y la cooperación entre naciones.

Reflexión final

Estamos convencidos de lo que postulaba Einstein:

“La paz no se puede mantener por la fuerza; solo se puede lograr mediante el entendimiento.”
“No hay camino para la paz, la paz es el camino.”
Ernesto Pompeyo Cerda Serna

Contador Público y Auditor. Socio del Despacho D. E. C.  y Miembro del Despacho Internacional PKF North American. Autor de los libros. Adiccionario Político. Kratologia. Literatura y Poder.