Las marionetas
Conocemos su andar en los mal llamados movimientos sociales. Escudan la polémica destructiva. Llevan las manos manchadas de gasolina, grafiti y rencor.
Han estado presas en Puente Grande. Vinculadas a proceso penal por asuntos de terrorismo, contra el estado mexicano.
Esconden los domicilios en las callejuelas de Tierra y Libertad. Simulan la empatía, el amor al prójimo y la recuperación de los escalones del proletariado.
Han sido lastre, incluso para el Partido del Trabajo. Ajonjolí de todos los males. Les hemos dejado crecer al amparo de la diversidad. Igual hacen batucada, pintas y robo a tiendas de conveniencia, como existe videos donde han quedado gravada su actividad delincuencial.
Lo hacen para sobrevivir de la indigencia. Jamás proponen. Para ellas solo existe el juicio sumario y la ejecución pública.
Ese es el grupo radical del pañuelo verde, la mascada purpura e incluso de las encapuchadas quemando las puertas del palacio de gobierno.
Botes de aerosoles, piolets y armas punzocortantes. El marzo de todos los años. La incalculable y podrida falta de valores de su corazón.
Vender artesanías o la letanía de sus conjuras son el condimento de sus días. Ahogadas en alcohol de las cantinas, se lanzan a la conquista de la ocasión.
En eso gastan sus exiguos emolumentos. Pagadas de si mismas. Del sospechosísimo de sus patronas. Quienes las han convertido en marionetas para el chantaje en el salón rojo del Palacio de Cantera.
De ellas vienen sus aplausos. De las oficinas de inclusión, cultura, de la mujer y de participación social.
Sus dueñas. Las autoras materiales de todo ese camino enfangado.