Monterrey, ciudad en decadencia
Pasamos de la urbe de los juguetes caros a la apocalíptica. Ahora somos mozos de holandeses, coreanos, chinos y norteamericanos.
Nuestro orgullo de desafiar la adversidad climática. Con obras de gran calado. Es la panacea de quienes sufren pobreza extrema.
Venir a Nuevo León, a la ciudad metropolitana de Monterrey, es supervivencia. Alimentos al alcance de la mano. Comunicación exprés con la frontera norte. Paso obligado del presente al futuro.
Las primeras generaciones de emigrados asumen la ciudadanía al momento de elegir equipo de futbol.
El triunfalismo sabatino y la depresión etílica los domingos por la tarde. Justo al caer el sol. En la memoria física de la jornada laboral en ciernes.
Las familias anclas, con el primo lejano o el conocido, les ofrece el cuarto, el piso, la placa ardiente, donde pasar la noche, mientras encuentra el cuarto de renta o la deleznable habitación con baño comunitario. Pago diario o semanal.
Empleos de la tranza. Mega condominios a precios de Dubai, pero sin posibilidad de anexar a la red de agua y drenaje.
El caos de Sendero, Cuauhtémoc, Paseo de Leones, Morones Prieto, Barragán, Universidad y hasta La Puerta de Hierro.
Mordimos el concreto. La suciedad de Ternium, CEMEX, PEMEX y el grupo Reforma con Multimedios.
Alabado sea nuestro señor el dinero. Va mi aka 47 o mi R15. Voy pronto por mi palabra para recogerla.