No todo lo que brilla es un buen proyecto
Ajá.
Pero… ¿alguien ya revisó si genera valor?
Porque entre la idea brillante y la rentabilidad real hay una pequeña cosa llamada: proyectos de inversión bien hechos.
Y este artículo es un llamado a todos los que alguna vez se dejaron llevar por la emoción, la moda del management o la presentación de un Excel bien maquillado.
Antes que todo: ¿qué rayos es “crear valor”?
No, no es vender más.
Tampoco es salir en la portada de Expansión.
Crear valor es generar más de lo que consumes, y que eso adicional pueda mantenerse y crecer en el tiempo.
Y para eso, necesitas identificar los generadores de valor.
No son términos mágicos. Son variables concretas como márgenes, rotación de cuentas, productividad de activos o costo por entrega.
Sí, suena menos sexy que “transformación digital”, pero es lo que verdaderamente importa.
Diagnóstico rápido: ¿estás invirtiendo bien o solo estás emocionado?
Hay empresas que le meten millones a reestructuras porque está de moda, sin entender si eso va a sumar o restar.
Es como tomar quimioterapia para curar una gripa...
O tomarte una aspirina cuando ya necesitas un trasplante.
Un buen proyecto de inversión:
- Tiene impacto claro en los generadores de valor.
- Se analiza en función de flujos de efectivo reales, no de “me late que sí va a pegar”.
- Se compara con otras alternativas (¡sí! hay que hacer más de un plan).
- Se evalúa con cabeza fría: usando VPN, TIR o TRI.
¿Qué rayos es VPN, TIR y TRI? (sin miedo a la fórmula)
- VPN (Valor Presente Neto): Te dice cuánto vas a ganar, hoy, con los flujos futuros de ese proyecto. Si da positivo, bien. Si da negativo… corre.
- TIR (Tasa Interna de Retorno): Es la tasa de rentabilidad que da el proyecto. Si es mayor a la mínima que esperas (ej. lo que paga el banco o tu inversionista), jalo.
- TRI (Tiempo de Recuperación de la Inversión): Cuánto tiempo tardas en recuperar lo invertido. Simple, útil… pero no siempre lo más inteligente. Porque sí, puedes recuperar rápido, pero ganar poco.
Ejemplo real:
- Comprar una nueva máquina te da más dinero total (VPN más alto).
- Reparar la vieja te da más porcentaje de retorno (TIR más alto).
Pero al final… el VPN es quien manda. Porque el dinero se cuenta, no solo se presume.
¿Y si puedes esperar? Entra el factor opción real
Muchos proyectos se desechan porque “no son rentables hoy”.
Pero ¿y si el contexto cambia mañana?
Se sugiere usar el análisis de opciones reales.
Ejemplo: quieres entrar a un país, pero hoy hay aranceles. ¿Lo tiras? Tal vez no.
Tal vez inviertes poco, registras la marca, entiendes el mercado… y si se firma un tratado, ¡Boom!, ya tienes la delantera.
Eso es pensar con estrategia, no con ansiedad de cierre mensual.
Valuar una empresa ≠ sacar el promedio de la intuición
Cuando llega el momento de comprar, vender o fusionar una empresa, no puedes basarte en frases como:
- “Esa empresa tiene mucho potencial.”
- “Trae buena vibra.”
- “El dueño me cae bien.”
Valuar implica:
- Proyectar bien los números (sí, bien, no “al tanteo”).
- Estimar flujos reales de efectivo.
- Calcular el valor de rescate (porque las empresas no mueren en el Excel del año 5).
- Establecer un rango de valor según escenarios.
Y no, no todas las empresas tienen el mismo costo de capital.
Ni todos los sectores, ni todos los países.
Invertir en una tortillería en Oaxaca no es lo mismo que en una startup en Dubái.
Conclusión con cariño, pero con verdad
No se trata de ser financiero para entender todo esto.
Se trata de ser empresario serio, con cabeza fría y corazón despierto.
Porque sí, es válido emocionarte con una nueva línea de negocio, un cambio de equipo o un crecimiento a otro país…
pero si no pasa la prueba del valor presente, estás tirando dinero y tiempo.
Así que, antes de hacer la siguiente gran apuesta, pregúntate: