Tacos malos en un lugar privilegiado
Atraídos por la curiosidad al apellidarme igual y mucha gente preguntando si soy pariente del dueño de ese lugar, nos topamos con una experiencia muy alejada de nuestras expectativas.
Al entrar, el ambiente era tenso y la atención dejaba mucho qué desear.
El personal parecía abrumado, y la impaciencia se reflejaba en sus rostros.
Al sentarnos, notamos que las mesas no estaban limpias.
Pedimos la comida y la espera se volvió estresante.
Los tacos llegaron aderezados de decepción
La presentación era descuidada y los sabores carecían de la autenticidad que esperaba.
- La carne estaba seca y sobrecocida.
- Los condimentos eran escasos y las tortillas duras, más parecidas a una llanta que a un envoltorio para tacos.
- Nuestras papilas gustativas suplicaban piedad.
Para empeorar las cosas, la cuenta resultó sorprendentemente alta, considerando la calidad deficiente de la comida y el servicio.
El precio elevado no tenía justificación, dejándonos con la sensación de haber pagado más por el lugar en donde se encontraba, que por una experiencia gastronómica memorable.
En última instancia, nuestra visita a "El Califa" fue un recordatorio de que, a veces, la fama no garantiza calidad, sirviendo más como una trampa turística que como un rincón auténtico de la célebre culinaria mexicana.