Opinión

Tu peor enemigo no es tu jefe… es tu cabeza

Emiliano Calvert DETONA: Hay días en los que te despiertas con el entusiasmo de un pan sin gluten. Dudas de todo, desde si deberías seguir en tu trabajo hasta si deberías intentar meditar, aunque sabes que vas a terminar abriendo TikTok a los 3 minutos.

Y aunque culpes al mundo, a tu entorno, al sistema o a la persona que se mete en el gym a las 6am solo para subir la selfie… la verdad, a veces el enemigo está más cerca.

Está en ti.

En tu cabeza.

En tu diálogo interno.

Lo dijo el Dr. Mario Alonso Puig en una charla tan contundente que me sentí como si me hubiera cacheteado con una sonrisa:

"La mayoría de los límites que tenemos no son reales, son mentales."

La ciencia —que ya no solo sirve para justificar dietas de moda— ha demostrado que nuestros pensamientos influyen en nuestra biología.

Si tú piensas que no puedes, tu cuerpo responde con menos energía, menos capacidad, menos enfoque.

Ejemplo básico:

  • Piensas: “No sirvo para esto.”
  • Resultado: ni siquiera lo intentas.
  • Luego dices: “¿Ves? Tenía razón.”

Plot twist: ¡No, no tenías razón! Te hiciste la profecía y la cumpliste solito.

El filtro con el que ves el mundo… es el mundo que ves

Imagina que traes unos lentes con vidrios sucios, pero no te das cuenta.

Todo te parece borroso, feo, opaco.

Pero no es el mundo. Es el filtro.

Eso pasa cuando tus creencias están distorsionadas por miedos, experiencias pasadas o cosas que te dijeron en la infancia tipo “tú no eres bueno para eso”.

Y de pronto vives como si tu vida fuera una caja, cuando en realidad… la tapa nunca estuvo cerrada.

La pregunta que lo cambia todo

El doctor plantea una frase que quiero tatuarme mentalmente:

“¿Y si todo lo que creo que no puedo hacer… sí puedo, pero no me he dado la oportunidad de comprobarlo?”

Imagínate que eso que te paraliza —hablar en público, emprender, terminar esa relación, mudarte de ciudad— no es un límite real, sino uno autoimpuesto.

Porque alguien te lo dijo.

O porque tú lo decidiste un mal lunes.

¿Y entonces qué hacemos?
1

Pon en duda tu propia duda.

Si tu mente te dice “no puedes”, respóndele como responderías a un amigo pesimista: “¿Y tú qué sabes?”

2

Actúa, aunque no estés listo.

Porque nunca vas a estar 100% listo. Si lo estás, probablemente llegaste tarde.

3

Rodéate de gente que vea posibilidades, no solo obstáculos.

O mínimo que no te diga “te lo dije” cada que falles.

4

Cuida tu diálogo interno como si fuera tu playlist favorita.

No puedes ponerte en “modo crecimiento” si tu cabeza suena a balada triste todo el día.

El dato sabroso

En estudios recientes se ha demostrado que cuando cambias tu creencia, cambias tu química cerebral.

Es decir, tus pensamientos activan o desactivan redes neuronales.

Así que sí: pensar diferente puede cambiar tu vida.

Pero no como en el anuncio de Apple.

Literalmente.

Cierre con cachetada elegante

No subestimes el poder que tiene lo que te dices a ti mismo.

Porque muchas veces no estás cansado: estás desmotivado.

No estás perdido: estás repitiendo una historia que ya no es tuya.

Y no estás bloqueado: simplemente no te has atrevido a mover la puerta.

Así que, si algo de esto te hizo ruido, quédate con esta pregunta:

¿Y si lo que más necesitas… es dejar de creer que no puedes?