66 años no han servido de nada: Parte 2

El Balsero DETONA® Cuba, esa hermosa isla que adorna el mar caribe, hoy día agoniza y está en autofagia.
https://vimeo.com/1091444957
No se ha hundido porque Dios es grande, y le debe tener reservado algún milagro que un día la haga renacer. 

Pero hasta nuestro gentilicio nos ASUSTA PORQUE su gente grita “Yo soy Fidel”, en lugar de gritar: “Yo soy cubano”.

Su gente grita Patria o Muerte en  lugar de Gritar Patria y Vida.

Su gente prefiere huir, antes que luchar  como lo hicieron nuestros mambises en la guerra de independencia.  

La existencia de una vasta corriente de oposición popular al castrismo dejó de ser una suposición para transformarse en realidad durante los sucesos de la embajada del Perú y el éxodo por el puerto de El Mariel, a principios de 1980: mostraron desarmado el famoso heroísmo revolucionario.

Y Justo ahí ocurre el segundo éxodo hacía los Estados Unidos y con ellos surgen los Marielitos.  

En ese año los que habíamos nacido con la revolución teníamos entre 20 y 25 años. Muchos estábamos terminando la Universidad y algunos hasta nos habíamos casado y teníamos hijos.

 

Vale aclarar que Los cubanos se casaban jóvenes por dos motivos. 

El primero, buscando libertad sexual y tener al menos un lugar seguro donde poder tener sexo, y el segundo para tener la posibilidad de comprar las 10 cajas de cervezas que nos daban cuando te casabas. Conozco amigos que se casaron hasta 5 veces y al mes se divorciaban, solo por comprar las cajas de cervezas.  

Esta generación, todavía tenía un abuelo, un papá o un tío, que conoció el capitalismo o estaba en contra de Castro. Eso nos hizo ser menos vulnerable a la influencia total del adoctrinamiento que se aplicaba en nuestra época. Aunque conocimos el Seremos como el Che, las Escuelas al campo y las escuelas en el campo un porcentaje de nosotros no se dejó adoctrinar o fingía que lo era, buscando la primera  oportunidad para escapar. 

El Mariel fue nuestra válvula de escape. Fidel autorizó a que las familias desde Estados Unidos podían ir a buscar a sus familiares en Cuba y ahí les llenaba las embarcaciones hasta reventar.  

Fidel aprovechó para limpiar las cárceles. Muchos fingían ser homosexuales y se anotaban en listas para obtener un permiso de salida.  

El éxodo terminó oficialmente el 31 de octubre de 1980, cuando soldados cubanos ordenaron a los últimos 150 barcos en el puerto de Mariel que lo abandonaran sin pasajeros. Se calcula que unos 125 mil cubanos llegaron a Estados Unidos a través del puente marítimo Mariel Cayo Hueso (Florida). 

Es evidente que esa nueva generación de cubanos sufrió un choque muy fuerte con el exilio que se había ido al principio de la revolución. Esos ya llevaban en el exilio 20 años, y educados en una cultura del  trabajo y del esfuerzo.

 

Los recién llegados tenían ese mismo tiempo bajo los efectos de una educación comunista, no conocían al capitalismo y, además, no olviden que Fidel se deshizo de casi toda la lacra social, vagos, delincuentes y algunos asesinos con mucha peligrosidad. 

Y por supuesto, los que  sobrevivieron a ese choque cultural y económico, fueron los que menos influencia tenían del socialismo. Los que sobrevivieron en Cuba y se adaptaron muy rápido al trabajo.  

El choque cultural fue brutal, pero muchos de los inadaptados y  delincuentes fueron devueltos o repatriados a Cuba. 

En este grupo, Fidel aprovechó y metió muchos agentes que, con fachada de gusanos y escorias, llegaron con misiones de espionaje a la meca del exilio cubano.  

Catorce años después, tras los sucesos del Maleconazo, el olfato político de Castro le advirtió de inmediato que la tensión social ya había subido demasiados decibeles y necesitaba una válvula de escape. 

Sin poder reeditar esta vez el escandaloso éxodo masivo del Mariel en 1980, creó inmediatamente una “crisis de los balseros”, declarando públicamente que todo el que lo deseara podría largarse del país, y dando  instrucciones a las fuerzas armadas y el ministerio del interior de no  interferir a los que preparaban su partida. 

Rudimentarios botes, balsas improvisadas, y hechas solamente de unas tablas mal amarradas sobre cámaras neumáticas de tractores, camiones o automóviles, se lanzaban al mar frente al mismo Malecón de los incidentes de días anteriores, cargadas de desesperados hombres, mujeres y niños deseosos de abandonar el país, despedidos por familiares, amigos y curiosos, mientras la policía organizaba el tráfico en las calles para que los balseros cruzaran el Malecón, y la televisión  nacional filmaba y transmitía el espectáculo como demostración de que en Cuba existía “libertad”.

Más de treinta mil cubanos se lanzarían al mar en sus balsas durante esas dramáticas jornadas.

Estados Unidos se vio de pronto ante la irresponsabilidad castrista y el fantasma de una crisis humanitaria, y no sintiéndose capaz tampoco esta vez de dar una respuesta militar a la provocación, decidió que los rescatados en el mar fueran trasladados a la Base Naval de Guantánamo, y cuando ya estas instalaciones fueron sobresaturadas de balseros, se utilizaron otras bases, como en Panamá.

Después de un largo limbo migratorio de más de un año y de interminables dificultades materiales y sicológicas, los balseros retenidos pudieron arribar legalmente a Estados Unidos, pero en el ínterin los gobiernos de Cuba y Estados Unidos firmaron un decreto migratorio comúnmente llamado “pies secos/pies mojados”, vigente hasta unos días antes de terminar su mandato, Obama lo canceló. 

Con  este decreto, cualquier cubano que arribará ilegalmente a Estados  Unidos, es decir, que pusiera sus pies en territorio norteamericano, recibirá autorización para permanecer en el país, pero los capturados en el mar, aún a pocos metros de tierra firme (pies mojados) serian devueltos a la Isla por los propios guardacostas de Estados Unidos. 

Y así ocurrió este tercer éxodo masivo de cubanos hacia los Estados Unidos. 

En este pudieron escapar los de nuestra generación nacida con la revolución, pero ahora con 14 años más de influencia castrista. La relación de proporcionalidad era inversa. 

Mientras más tiempo tenía la  revolución, menos valores tenía la sociedad y con ello, el cubano que llegaba a los Estados Unidos. Es meritorio aclarar que toda regla tiene  su excepción y que había gente buena en este tercer éxodo, pero el choque cultural fue sin dudas más grande que el del año 1980.  

Y mientras más pasaba el tiempo, más gente mala infiltró Fidel y el castrismo en Los Estados Unidos. Y la prueba de eso está en toda esa gente que hacen la gran nación, lo que nunca hicieron en Cuba. 

Hablar mal del gobierno que le dio asilo, e incluso ayudar al castrismo con pretexto de burlar el famoso e inexistente bloqueo económico, con el cual la dictadura lleva mas de 60 años justificando su ineficacia económica y sosteniendo a capricho una dictadura que reprime a su pueblo, sin que el mundo voltee a ver las constantes violaciones de los derechos humanos que diariamente se cometen contra el pueblo cubano.

Fidel, de la misma forma que polarizó al pueblo cubano, se dedicó a polarizar al exilio cubano. 

Y como resultado, hizo mucho daño y formó a mucha gente mala. Gente que se divierte con hacer daño al que no piense como él piensa. Cubanos sin escrúpulo capaz de reprimir a sus hermanos  por pensar distinto a las ideas del régimen. 

Y esa maquinaria de hacer  hijoeputas al mayoreo, es el resultado de 63 años de adoctrinamiento comunista con base en un resentimiento desmedido, a una envidia enfermiza y a unas ganas inmensas de hacer daño y no dejar que el vecino, amigo, o hermano, simplemente prospere y tenga un poco más  de lo que ese individuo, no fue capaz de lograr, porque el régimen le dijo que era malo.

https://vimeo.com/1089261994
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El Balsero

El Balsero vivió en Cuba hasta los 32 años, donde experimentó de primera mano la falta de libertades, la pobreza y las dificultades cotidianas. Tras establecerse en México, comparte su historia y visión crítica sobre un sistema que prometió igualdad, educación y salud gratuitas, pero que en la realidad derivó en un fracaso económico y social.