Carlos Urzúa y la honestidad intelectual
La muerte accidentada de Carlos Urzúa privó a la sociedad mexicana del ejemplo de honestidad intelectual como servidor público
que marcó un punto de inflexión en la percepción del gobierno de López Obrador y su movimiento MORENA, al renunciar a su cargo como Secretario de Hacienda en 2019.
Al sentir el conflicto entre sus creencias y la ética del servidor público y, por otro lado, la irracionalidad de las decisiones
de gobierno del presidente López Obrador y su falta de escrúpulos, Urzúa tomó lo que probablemente fue la decisión más difícil de su vida: renunciarle al presidente por objeción de conciencia.
Déjenme decirles, estimados amigos, por qué lo creo así.
Pero antes tomaré la definición de honestidad intelectual como “el máximo intento de no-intencionalidad por parte del emisor, y como el juego limpio o respeto a la libertad de respuesta de los receptores”, según sosteniblepedia.org.
Por tanto, se agrega en la definición, “la honestidad intelectual es considerada un culto a la verdad, un modo de aprecio por la objetividad y la comprobabilidad, y el desprecio por la falsedad y el autoengaño”.
Por su parte, “la objeción de conciencia es la negativa a acatar órdenes, leyes, o a realizar actos o servicios invocando motivos éticos o religiosos”, según wikipedia.org.
De esa forma, la objeción de conciencia “se define como un derecho subjetivo a resistir los mandatos de la autoridad cuando contradicen los principios morales”, según la misma fuente.
La relación entre Urzúa y AMLO ya existía desde que este fue candidato y luego Jefe de Gobierno del Distrito Federal (2000-2005).
En ese contexto se entiende mejor el valor de Carlos Urzúa al discrepar de López Obrador en cuestión de políticas públicas, al grado de la ruptura personal y con su forma de conducir las políticas públicas.
En la carta de renuncia del 9 de julio de 2019, Urzúa explicó con sencillez, brevedad y claridad sus motivos:
- “Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de
- política pública sin el suficiente sustento.”
- “Estoy convencido de que toda política económica debe tomarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta
- pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o izquierda.”
- “Durante mi gestión (en la Secretaría de Hacienda) las convicciones anteriores no encontraron eco.”
- “Me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por
- personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés.”
- “Por los motivos anteriores, me veo orillado a renunciar a mi cargo.”
Apenas comenzaba el sexenio de López Obrador cuando Urzúa se vio “orillado” a dejar al Gobierno morenista de una manera que dejó entrever su fortaleza ética y moral en contraste con el actuar presidencial.
La trayectoria profesional de Urzúa posterior a su renuncia ha hecho honor a las convicciones que lo mueven, su pensamiento progresista y los límites que no está dispuesto a cruzar ante los “extremismos” que menciona en su carta, sean de derecha o izquierda.
No lo conocí personalmente, pero sí a través de amigos que lo trataron en la cercanía de la amistad.
De ellos he escuchado comentarios elogiosos y de admiración hacia Carlos, de que quien no me perdía sus columnas (El Universal) y comentarios (Latinus) semanales sobre temas torales para el país.
Siempre con buen tono y sencillez.
México pierde a un académico, analista y servidor público cuya honestidad intelectual, conciencia inquebrantable y ética de servidor público será su huella para este país: un ejemplo del poder de las convicciones ante la brutalidad del poder.